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martes, 8 de abril de 2014

Residente en Reino Unido

Hace poco volví a Londres para pasar el fin de semana. La cercanía y los amigos que viven allí hacen que de vez en cuando simplemente "toque" una visita. Esta vez dormí en casa de Milton y Lorenza, que son un par de aventureros que han terminado viviendo en este país y formando una pareja encantadora. Lorenza es italiana, aunque vivió varios años en Estados Unidos, y ha aprendido español gracias a Milton; y mi amigo es de Ecuador, aunque estuvo en Murcia unos años antes de que el trabajo escaseara y decidiera cambiar de nuevo de aires, y está mejorando su inglés en parte gracias a su novia, que de vez en cuando nos cambiaba el idioma de la conversación. Acompañado por ellos taché la National Gallery de mi lista de museos londinenses por visitar, y comprobé que en esta ciudad tiene sentido viajar 20 minutos en metro para tomar un café de 15 minutos; de hecho, puede ser la única opción si uno quiere ver a un buen amigo como Dani.

Precisamente Dani me había acompañado el día anterior para cumplir con el propósito "oficial" de la visita: registrarme como residente en el Consulado Español en Londres. Muy convenientemente para mí, el Consulado está muy cerca de la estación de Victoria, a la que llega el bus desde Bristol. Y no tan convenientemente para los contribuyentes españoles, está situado en el carísimo barrio de Chelsea, que se caracteriza por los coches de lujo, las boutiques selectas y los áticos lujosos al estilo El Lobo de Wall Street. El edificio era bonito, eso sí. Como llevaba todos los documentos en regla, el trámite fue rápido, así que ya soy a todos los efectos residente en Reino Unido. Eso da que pensar, desde luego, y uno se pregunta si puestos a emigrar, he ido a parar a un buen sitio. Pensándolo bien, yo diría que la vida se ha portado bien conmigo: aquí todo ha cambiado para mejor desde que adelantamos los relojes una hora, con días más largos, menos lluviosos y con temperaturas más agradables. Yo aún seguiré en esa tendencia ascendente cuando, esta misma semana, adelante otra hora mi reloj y ponga rumbo a Murcia para pasar allí unas merecidas vacaciones...
 
Pero antes de eso, hoy quiero profundizar un poco en la cultura que me rodea por estas tierras, y para ello he seleccionado unas cuantas viñetas (podéis encontrar más en el siguiente enlace: http://www.lgpcards.co.uk/postcards.html). Me han hecho gracia y, aunque unas son más exageradas que otras, todas las que he incluido tienen algo de verdadero en mi opinión. Vamos allá...
 
Empezaré por las formas, que aquí se cuidan muchísimo. Los ingleses utilizan una sonrisa y entonación estándar en la gran mayoría de sus conversaciones. Para muchos es extremadamente importante saludar y preguntar cómo estás, para que les contestes que "bien, gracias", les devuelvas la pregunta, ellos te den idéntica respuesta..., y luego nada más, si acaso alguna queja acerca del tiempo. Sin exagerar, he presenciado o participado ya en centenares de conversaciones así. Supongo que de ahí les viene a los habitantes de esta isla su fama de flemáticos: mantener la compostura siempre, pase lo que pase. Por eso en esta primera viñeta aparece un hombre ahogándose y pidiendo ayuda a gritos, mientras el señor inglés y su perro pasan de largo. Error. La actuación correcta, según los autores, sería interpelar al transeúnte con una sonrisa y un "disculpe, señor. Siento muchísimo molestarle, pero me preguntaba si le importaría ayudarme un momento, siempre que eso no suponga un problema, por supuesto". Lo sé, te estás ahogando, pero ¡fíjate qué bien dispuestos están ahora el señor y su mascota, ya les puedes pedir lo que necesites!
 
En esa misma línea, los ingleses se lo piensan muy mucho antes de insultar o criticar a alguien abiertamente. Dicho en otras palabras, mienten como bellacos. En esta escena hay una pareja claramente descontenta por la calidad de la comida que les han servido en el restaurante. El hombre se queja de que su carne está tan dura como unas botas viejas, y de que el vino es pésimo y ni siquiera del tipo que había pedido, mientras que la mujer afirma que el pescado está insulso, la guarnición está fría e incluso hay un gusano en la ensalada. Pero cuando llega el camarero a preguntarles si están disfrutando la cena, los dos se deshacen en elogios con su mejor sonrisa. Por si os parece una barbaridad, os diré que los camareros suelen pasarse por las mesas durante la cena para preguntar a los clientes (con más frecuencia que en otros países, diría yo), y que yo estuve en una escena casi calcada hace sólo unas semanas cuando pedimos unas "hamburguesas especiales" que alguno ni siquiera se pudo acabar...
 
Otro aspecto que da mucho juego, como ya he comentado alguna vez, es el idioma. Hay algunas cosas que conviene aprender lo antes posible, es lo que en esta viñeta llaman el "inglés de supervivencia". El ejemplo es el de un turista que está en el metro de Londres escuchando incesantemente el aviso "mind the gap". Está intrigado porque no entiende a qué se refiere esa advertencia, aunque no tardará en averiguar que se trata del hueco que suele quedar entre el vagón y la acera...
 
Puedo decir por experiencia que las conversaciones telefónicas en inglés dan lugar a muchos malentendidos, sobre todo en los primeros meses. En esta viñeta hay un hombre preocupado porque pidió una habitación con camas gemelas, pero parece que ha habido una confusión...
 
Y qué decir de la vida nocturna... Un aspecto que llama la atención enseguida es ver cómo, en pleno invierno, los ingleses y (sobre todo) las inglesas se pasean los sábados por la noche con vestidos de palabra de honor con minifalda y camisetas de manga corta. De ahí el asombro del protagonista de la viñeta, que está concluyendo que los británicos son más calurosos de lo que él pensaba, mientras el portero no deja entrar a una chica por ir demasiado abrigada.
 
Siguiendo con la marcha, los británicos tienen una (muy merecida) fama de beber como cosacos. Este diagrama presenta la proporción de masa corporal destinada al almacenaje de alcohol en un bebedor continental promedio (izquierda) y en un bebedor británico voluminoso (derecha). Abajo hay una nota de salud y seguridad que dice: "los extranjeros NO deberían intentar copiar nuestra forma de beber. Los británicos se han ido acostumbrando a ello tras muchas generaciones; sin el entrenamiento adecuado, esta práctica puede tener consecuencias desastrosas para constituciones físicas más endebles".
 
Para terminar, mi favorita. El mensaje de esta viñeta es que, dejando a un lado el tiempo, la comida, el alojamiento, la campiña, la gente y el idioma, ¡estoy pasándolo genial aquí! Curiosamente, esta postal la vi por primera vez hace tres años, y me hizo tanta gracia que decidí comprarla como recuerdo chistoso de mi visita a... Bristol. La vida se porta bien conmigo, lo he dicho antes, pero también me gasta bromitas de vez en cuando...