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viernes, 28 de agosto de 2015

¡Holy mackerel!

Las vacaciones de verano han sido estupendas. La Manga del Mar Menor me sigue pareciendo un sitio espectacular, lleno de planes chulos y mejor aún con la mayoría de mis seres queridos alrededor. Este año también he tenido tiempo de escaparme al Noroeste de la Región de Murcia, con sus paisajes tan distintos del resto de la geografía murciana y las montañas preparadas para recibir la nieve cuando llegue el invierno. Pero si tuviera que destacar algo, seguramente sería que he podido conocer a Emma, que tuvo la deferencia de nacer apenas un par de días antes de que llegara su tito...


Y después de las vacaciones, vuelta a Bristol, algo así como mi cuartel general durante esta etapa entre dos tierras. Me toca hacer la colada nada más llegar, y decido que puedo lavar ya el bañador, porque con las temperaturas que tenemos aquí no parece que me vaya a hacer falta en lo que queda de año; la toalla mejor la dejaré para la próxima lavada, para que vaya absorbiendo el bronceado de mi piel que no tiene ninguna función adaptativa en la ciudad a la que he regresado. Y tras clasificar la ropa, ya estoy listo para hacer la compra, mientras mi inglés se despereza lentamente después de varias semanas en desuso. He comido tanta carne últimamente que me apetece cocinar algo con pescado. Y estamos de suerte, porque el mackerel está en oferta. Por cierto, ¿qué significaba mackerel? No importa, seguro que mal no me va a hacer. Más tarde, ya delante del ordenador, descubro que he comprado filetes de caballa, y además WordReference  me aclara que la expresión 'holy mackerel!' es una exclamación que en español puede traducirse como "¡hostias!" Ya he pasado la etapa en la que aprendía palabras y expresiones inglesas nuevas a diario, así que este nuevo hallazgo me fascina y ya estoy pensando en encontrar la ocasión para utilizar mi nueva herramienta, con la ilusión de un niño al que le acaban de regalar unas botas de fútbol...


¿Qué tal si la utilizamos con amigos? Esta semana he charlado por Skype con Ronaldo. Después de conocernos en Lovaina y encontrarnos sucesivamente en Murcia, Lisboa, Bristol y Alicante, este verano no hemos podido vernos a pesar de que él estaba trabajando en Benidorm. Pero siempre nos quedará París, que es adonde él se marcha a trabajar la próxima semana. París bien merece una visita, sobre todo en buena compañía. Pero mi nueva expresión no encaja aquí, ya que Ronaldo y yo hablamos en español, y ése es también el idioma de conversación con mi amigo chileno Miguel, con quien me encontraré esta noche en Manchester para aprovechar el puente que tenemos por delante.


Una expresión inglesa debería utilizarse con hablantes nativos, ¿verdad? Esta semana no he visto mucho a mis compañeros de piso, y en el trabajo estoy también rodeado de ingleses, pero no parece el mejor contexto. Tampoco hay muchas conversaciones largas aquí, la verdad, salvo que tenga reuniones, y Julian sigue de vacaciones. Acabo de salir de una reunión en la boca del lobo, que es como cariñosamente llamo al despacho del jefe de la escuela, donde se celebran reuniones multitudinarias en las que todo el mundo está tenso (Julian incluido) mientras el anfitrión escudriña cada detalle a su alrededor con una de las sonrisas más frías que he visto jamás y el cielo presenta un gris amenazante a través de la ventana (eso contribuye a crear la atmósfera apropiada, claro). Hoy estábamos los dos solos, y he pensado que seguiría esperando para utilizar esta expresión tan chula pero tan poco práctica en mi día a día, según parece...


De modo que os la dejo aquí, sin más. ¡Holy mackerel! Eso es lo que me ha venido a la mente cuando he visto la crónica de un periodista británico en The Guardian calificando a Murcia como la mejor ciudad para irse de tapas en España. Podéis encontrar el reportaje aquí. Pensándolo bien, ¿de qué me sorprendo?