Seguidores

lunes, 14 de marzo de 2016

Antes de Semana Santa

Dos años y medio más tarde, puedo decir sin dudarlo que mi experiencia en esta ciudad ha ido mejorando de forma consistente, añadiendo personas cada vez más especiales en mi vida y retos cada vez mayores en el trabajo; y al mismo tiempo, me las he arreglado para seguir en contacto con ese pequeño grupo de personas que entraron en mi vida poquito a poco, sin hacer mucho ruido, pero que llegaron para quedarse. Dejando al margen a mis compañeros de trabajo, los primeros de esa reducida lista son Kristina y Alex. La semana pasada fui a verlos para cenar, y Alex me enseñó entusiasmado sus progresos en la guitarra tocando - ahora sí - Smoke on the water. A sus tiernos seis añitos, él ya tiene claro que no quiere dejarse el pelo largo como los músicos de Deep Purple porque "eso es de hippies". Y como su mamá lo mandó a la cama temprano para poder tener una conversación tranquila y adulta (en realidad, es la única manera de conseguirlo), me dio las buenas noches y después le arrancó a Kristina la promesa de que volveríamos a visitarle pronto y en una noche en la que él pudiera acostarse tarde...

También sigo en contacto con mi amigo Richard, que hace unas semanas dejó de ser mi compañero de piso para mudarse a su nueva casa. Este sábado fuimos juntos a un pub para ver el partido de rugby que enfrentaba a Inglaterra y Gales, y que ha resultado decisivo para que los primeros se proclamen campeones del torneo Seis Naciones por primera vez desde que yo sigo este deporte. Rich me cuenta que lo que más echa de menos de compartir piso es compartir tareas, ya que ahora le toca hacerlo todo a él. Dice que se las arregla para seguir en contacto con la gente a pesar de haberse mudado a las afueras, y le entusiasma saber que hace unos días jugué mi primera partida de snooker, y que me gustó la experiencia a pesar de que fui vapuleado. Es lo que pasa cuando te juntas con locales y pruebas sus costumbres, claro...

Otros que siguen en escena son mis amigos latinos Alexandro y Miguel. El primero está a solo unos meses de concluir su doctorado, si todo va bien, y él y su novia parecen decididos a prolongar su experiencia lejos de México, quizá aquí o quizá en otro país. Miguel tampoco tiene prisa por regresar a Chile, y más que preocuparse por su futuro se dedica a organizar el mío con la mejor intención y en las situaciones más inesperadas, mientras yo suspiro y recuerdo aquello de que hay que tener paciencia con los amigos.

Al margen de esta pequeña puesta al día de algunos de los personajes que ya conocéis por este blog, lo que hoy me empujó a escribir una entrada ha sido un análisis sociológico que he encontrado en El País, y que me ha parecido tremendamente acertado e inspirador. Podéis consultarlo aquí. En él se habla de la crisis económica en España desde una perspectiva inusual; en concreto, el autor ensalza los valores de nuestra sociedad en tiempos tan adversos, y cómo el país va saliendo adelante a pesar de la falta de ética de nuestros políticos y de las dificultades por las que muchas familias han atravesado últimamente. A diferencia de otros países europeos en los que el rechazo a los inmigrantes ha ido en aumento, parece que en nuestro país hemos encontrado otras formas de afrontar el conflicto sin recurrir al odio. Una de esas vías, claro, ha sido la emigración masiva de jóvenes cualificados a países con mejores perspectivas laborales. Aquí tenéis uno.

Y como estamos ya llegando a la Semana Santa, aprovecho esta ocasión para deciros a los murcianos que dentro de poquito estaré de nuevo visitando mi tierra, así que..., ¡avisados estáis!