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martes, 24 de marzo de 2015

Primavera musical




Bueno, pues parece que ya toca a su fin mi segundo invierno por tierras inglesas. Este año ha hecho más frío que el anterior, pero sin embargo yo lo he sentido más cálido, sobre todo gracias a la gente extraordinaria que me ha acompañado durante estos meses. Ahora que el tiempo empieza a mejorar, tengo la intención de dedicarme a conocer un poco mejor esta isla en la que un año y medio después sigo sintiendo que estoy solamente de paso. Y creo que también va a ser una primavera musical, ya que a los ensayos con el coro barbershop de los martes se han ido uniendo algunas actividades más o menos curiosas de las que hoy os voy a hablar un poco más...

Van un inglés, un italiano, un iraní y un español y... No, no es el principio de un chiste, sino de un cuarteto a cappella. Después de escuchar a un cuarteto de chicos que me emocionaron de verdad, se presentó la oportunidad de formar grupos pequeños dentro del coro y decidí que quería probar algo similar. Eso fue hace tres semanas, y desde entonces nos hemos juntado varias veces para ensayar para el concierto que daremos mañana junto con los otros grupos pequeños del coro. Somos todos novatos en esto, así que nos hemos conformado con preparar a fondo un par de piezas que también cantamos con la sección masculina del coro, una tranquilita y otra más alegre, que podéis escuchar aquí. Este viernes Amir se marchó antes para celebrar con sus paisanos el Año Nuevo persa, pero los otros tres nos fuimos a cenar y luego a tomar algo a uno de mis sitios favoritos en Bristol, The Apple. Adam encontró allí a un amigo y, como buen inglés, se hizo un lío con nuestros nombres mediterráneos y nos presentó como Jouséi y Yamacko. Giacomo, que es como se llama en realidad mi compañero italiano, contemplaba la escena con estupor, aunque tuvo oportunidad de vengarse debidamente cuando Adam se puso en el disparadero al explicarle cómo preparaba la pasta. ¿Que cortaba la cebolla en dados? "¡Así jamás podrás cocinarla bien!". ¿¿Que no le ponía sal al agua?? "¡¡Cuando un italiano se olvida de echarle sal a la pasta, inmediatamente la tira a la  basura!!". ¿¡Que el aceite que utilizaba no era de oliva?! Como yo ya había sido testigo otras veces del dogmatismo de los italianos en cuanto a sus costumbres culinarias, me dedicaba a disfrutar de la situación y de mi sidra Old Bristolian. A fin de cuentas, ser el más viejo del grupo tiene sus ventajas...

También tengo a mi amigo Alexandro, el mexicano, al que arrastré contra su voluntad a este coro en el que no se canta nada de música clásica. Los dos nos reunimos de vez en cuando para hacer una especie de tándem musical. En la primera mitad, él me enseña alguna melodia sencilla en el piano, ese rey de los instrumentos que siempre he querido aprender a tocar. Después, practicamos un poquito de canto, ya que él solamente empezó a cantar cuando llegó a Reino Unido y siente que tiene mucho que aprender. Alexandro aporta sus conocimientos sobre teoría musical, mucho más extensos que los míos, y yo pongo mi granito de arena con ejercicios útiles, trucos y piezas sencillas que he ido aprendiendo de memoria a lo largo de los 15 años que llevo cantando en coros y grupos musicales. Ninguno de los dos nos vamos a ganar la vida haciendo música, pero siempre que nos juntamos pasamos un buen rato y con eso nos vale. ¿Quién me iba a decir a mí que algún día aprendería a tocar el preludio en Do mayor de Bach, esa melodía que sonaba en mi móvil cuando era un adolescente? 


Y luego está Mark, un inglés que en una calurosa tarde de verano pidió un vino de Oporto en un bar de Bristol, y fue atendido por... ¡Ronaldo! De eso hace ya varios meses, claro, pero desde que mi buen amigo portugués lo trajo un día a casa hemos mantenido el contacto. Mark acababa de regresar entonces a Reino Unido después de pasar seis años en Japón, y al volver a su país acometió varios proyectos que llevaban tiempo en su mente. Uno de ellos era aprender a tocar el violín, y después de que le regalaran por su cumpleaños un libro de música celta me convenció para formar un dúo instrumental. Y yo, ni corto ni perezoso, me llevé mi guitarra acústica a su casa hace unos días para tener nuestro primer ensayo. Mientras sacaba el violín del estuche, Mark me avisó de que aprender a tocar el violín correctamente le llevaría mucho tiempo y que por ahora sonaba como un gato. Yo le contesté que seguramente estaba siendo modesto. Y no, no lo estaba siendo, pero como yo tampoco soy un guitarrista portentoso, me pareció que el emparejamiento estaba bien para seguir aprendiendo sin prisas. Además, me gustaron mucho las piezas del libro de Mark. Podéis escuchar una de ellas aquí. Mark me dijo que no es muy ambicioso, y que su meta con el violín es que lo inviten a beber algún día en un pub (get free shots). Y yo le contesté que para eso había mucho trabajo por delante, y que por ahora lo más probable sería que nos disparasen (get shot). Así que nos lo tomamos con calma, y disfrutamos también de otras aficiones comunes como los deportes. Este finde asistiré con él a uno de esos eventos que quería probar durante mi estancia aquí: un partido de rugby en directo.



Por lo demás, ahora empieza a sonar música celestial dentro de mi cabeza, y es que ya faltan solamente unos días para volver a Murcia de nuevo. Son muchas ya las ganas acumuladas de ver a mi gente, así que creo que cuando llegue allí les haré algo parecido a esto. El que avisa no es traidor...