Ya llevo unos cuantos días de vacaciones por Murcia, durante los cuales he aprovechado para disfrutar a tope de la comida, el tiempo, la ciudad y, sobre todo, de la gente. Antes de venir tuve aún tiempo de asistir a la fiesta de Navidad de mi centro de trabajo, con un equipo humano de más de 400 personas. Eso exigía cierta organización, incluyendo una lista en la que cada asistente podía anotar voluntariamente su contribución al evento. En su visita hace unas semanas, Cristina y Pedro no sólo trajeron pasteles de carne a Bristol, sino también hojas de limonero recién cortadas de la huerta en la que mi padre se crió y de la que aún hoy sigue cuidando a diario con esmero. Así que, con todos los ingredientes necesarios, pude anotar mi aportación en el apartado de postres: paparajotes.
Mi intención de mantener la receta en secreto fracasó miserablemente. Estaba cantado, ya que la organizadora del evento era Claire, compañera de despacho y con la que ya tengo mucha confianza. Claire es la que está gestionando la acogida de una gata por parte de Kristina, así que me ha tocado preguntarle varias veces con un sentimiento ambivalente (me alegraré por ellos cuando el animalito llegue, pero no por mí, que soy alérgico). También me pidió ayuda con sus vacaciones románticas para que llamase al hotel en Riviera Maya y negociase en español los términos de la reserva para el fin de año. Así que, en cuanto vino a preguntarme qué eran paparajotes y yo quise mantener la intriga, su interés aumentó y decidió buscar la respuesta por internet. El problema surgió cuando trataron de descifrar una receta en español que contenía el verbo "coger", y para traducirla utilizaron un traductor online de español latino. Como Claire, la mayoría de mis compañeras de despacho rondan los 40, pero desgraciadamente no todas tienen su sentido del humor, por lo que alguien puso el grito en el cielo al encontrar la palabra fucking en una receta de cocina. La broma se me había ido de las manos, así que tuve que explicarles con pelos y señales el proceso de elaboración, y aun así creo que algunas no quedaron muy convencidas...
Y llegó el gran día, y yo lo empecé de mal humor, en parte por madrugar más de la cuenta, y en parte porque al principio la masa no tenía la consistencia necesaria, probablemente porque los ingredientes no eran los habituales - para rizar más el rizo, otra de mis compañeras preferidas (Sarah) es vegana, y me había comprometido a elaborar un postre sin ingredientes de origen animal. Kristina se ofreció para llevarlos en su coche después de dejar a Alex en la escuela, y al ratito me escribió diciendo que el esfuerzo había merecido la pena y que ya iba por el segundo paparajote. El resultado fue un éxito rotundo, aunque me olvidé de dejar un cartelito y una de las asistentes se comió también la hoja. Yo pude deleitarme con algunos aperitivos indios sabrosos y picantes rebajados con buenos vinos, aunque la mayoría de la comida que la gente había traído eran postres. Así que fue una dulce despedida de mis compañeros de trabajo, a los que podré saludar de nuevo en unos días. ¡Feliz 2014!