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lunes, 30 de diciembre de 2013

Paparajotes

Ya llevo unos cuantos días de vacaciones por Murcia, durante los cuales he aprovechado para disfrutar a tope de la comida, el tiempo, la ciudad y, sobre todo, de la gente. Antes de venir tuve aún tiempo de asistir a la fiesta de Navidad de mi centro de trabajo, con un equipo humano de más de 400 personas. Eso exigía cierta organización, incluyendo una lista en la que cada asistente podía anotar voluntariamente su contribución al evento. En su visita hace unas semanas, Cristina y Pedro no sólo trajeron pasteles de carne a Bristol, sino también hojas de limonero recién cortadas de la huerta en la que mi padre se crió y de la que aún hoy sigue cuidando a diario con esmero. Así que, con todos los ingredientes necesarios, pude anotar mi aportación en el apartado de postres: paparajotes.

Mi intención de mantener la receta en secreto fracasó miserablemente. Estaba cantado, ya que la organizadora del evento era Claire, compañera de despacho y con la que ya tengo mucha confianza. Claire es la que está gestionando la acogida de una gata por parte de Kristina, así que me ha tocado preguntarle varias veces con un sentimiento ambivalente (me alegraré por ellos cuando el animalito llegue, pero no por mí, que soy alérgico). También me pidió ayuda con sus vacaciones románticas para que llamase al hotel en Riviera Maya y negociase en español los términos de la reserva para el fin de año. Así que, en cuanto vino a preguntarme qué eran paparajotes y yo quise mantener la intriga, su interés aumentó y decidió buscar la respuesta por internet. El problema surgió cuando trataron de descifrar una receta en español que contenía el verbo "coger", y para traducirla utilizaron un traductor online de español latino. Como Claire, la mayoría de mis compañeras de despacho rondan los 40, pero desgraciadamente no todas tienen su sentido del humor, por lo que alguien puso el grito en el cielo al encontrar la palabra fucking en una receta de cocina. La broma se me había ido de las manos, así que tuve que explicarles con pelos y señales el proceso de elaboración, y aun así creo que algunas no quedaron muy convencidas...

Y llegó el gran día, y yo lo empecé de mal humor, en parte por madrugar más de la cuenta, y en parte porque al principio la masa no tenía la consistencia necesaria, probablemente porque los ingredientes no eran los habituales - para rizar más el rizo, otra de mis compañeras preferidas (Sarah) es vegana, y me había comprometido a elaborar un postre sin ingredientes de origen animal. Kristina se ofreció para llevarlos en su coche después de dejar a Alex en la escuela, y al ratito me escribió diciendo que el esfuerzo había merecido la pena y que ya iba por el segundo paparajote. El resultado fue un éxito rotundo, aunque me olvidé de dejar un cartelito y una de las asistentes se comió también la hoja. Yo pude deleitarme con algunos aperitivos indios sabrosos y picantes rebajados con buenos vinos, aunque la mayoría de la comida que la gente había traído eran postres. Así que fue una dulce despedida de mis compañeros de trabajo, a los que podré saludar de nuevo en unos días. ¡Feliz 2014!

jueves, 19 de diciembre de 2013

Navidades en familia

La Navidad nunca ha sido mi época favorita del año, pero esta vez la estoy esperando con ganas. Muchas. Después de un trimestre trabajando a tope y sin un solo día festivo, el cuerpo me pide vacaciones. En ese tiempo no he hecho muchos amigos (¿seré yo? ¿Serán los ingleses? Ya hablaremos de esto otro día), así que espero con ilusión el reencuentro con mi gente. Como yo, casi todos en mi centro de trabajo tienen previsto volver a sus ciudades de origen para pasar la Navidad, y los que vienen de muy lejos y no se lo pueden permitir no logran disimular su tristeza. Yo estoy en el grupo de los afortunados, y más aún dado que hace unos días tuve como aperitivo familiar una visita muy especial: la de mi hermana Cristina y mi cuñado Pedro.
 
Aunque Pedro ya había estado antes en Bristol, para Cristina era la primera vez, de modo que nada más encontrarme con ellos hicimos la visita obligada en esta ciudad: el puente colgante de Brunel. Luego fuimos a cenar a mi casa en Sea Mills, donde Cristina y Kristina pudieron por fin conocerse y charlar un buen rato. También estaba correteando por allí Alex, ese pequeño hooligan con el que vivo, y que rápidamente le aclaró a mi hermana que la línea de celo sobre la alfombra del salón marca la frontera entre los juguetes LEGO y el mundo de los adultos (en realidad, ella me lo había preguntado antes a mí, pero yo no tenía la menor idea al respecto). Pedro puso al corriente a mi casera del grupo en el que había caído Alemania en el Mundial, y que luego sus amigos desde tierras germanas calificarían como "bah, fácil" (Alemania tiene a Portugal, Estados Unidos y Ghana como compañeros de viaje rumbo a los octavos de final, y todos ellos pasaron la fase de grupos hace 4 años). Y luego nos sentamos a cenar, yo con una sonrisa de oreja a oreja por tener a tan distinguidos invitados..., y porque el primer plato eran pasteles de carne!
Creo que a los dos les sorprendieron algunas cosas de la vida por aquí. No terminaron de entender eso de que los trenes lleguen tarde (o que lleguen muy tarde, o que ni siquiera lleguen) en el país de la puntualidad. También les impactó la poca iluminación de las calles, algo a lo que yo ya me he ido acostumbrando. Como a la lluvia, que nos acompañó durante buena parte del sábado mientras visitábamos Bath, con sus baños romanos y su mercado navideño atestado de gente. Mi hermana, que ya venía algo renqueante de salud, lo llevó algo peor, así que por la noche acabamos de nuevo en mi casa a las afueras, con mi casera gratamente sorprendida por nuestro cambio de planes y ejerciendo de madre con mi hermana. De modo que ya puede decirse que Cristina y yo compartimos madre biológica y madre de acogida, porque eso es lo que ha sido Kristina para mí durante estos meses. Y entre los recursos de mi casera y un generoso reposo, al día siguiente los cuerpos estaban listos para subir y bajar unas cuantas cuestas por la ciudad, esta vez bajo un sol radiante.

 

lunes, 16 de diciembre de 2013

Un brote verde

Nada, no hay manera. Esta semana no he podido sacar un rato para sentarme a escribir una entrada en condiciones para el blog. En parte se debe al trabajo, que en las últimas semanas se ha incrementado considerablemente. Eso me ha llevado a echar horas extra casi a diario para intentar alcanzar los objetivos que Julian fijó para antes de las Navidades, y que él mismo ha reconocido últimamente que no eran muy realistas. Otros asuntos que me han absorbido recientemente tienen que ver con algunos cambios de cara al año que viene que espero que se concreten pronto. Y finalmente, y aquí viene la mejor parte, la vida social también ha sido intensa. Mi paisano Gonzalo me invitó el viernes a una fiesta internacional en el piso catorce de una lujosa residencia de estudiantes. Eso cubrió con creces mis expectativas para un fin de semana aquí sin visitas, pero he aquí que mi casera Kristina tenía como invitados estos días a un par de mellizos alemanes que han resultado ser tan majos como ella. Anoche acabé brindando con ellos con un buen vino español por mi primer aniversario como doctor, y hoy hemos ido a ver juntos la segunda parte de El Hobbit.
 
Pero lo que me ha animado de verdad a escribir una "entrada express" ha sido una noticia-reportaje de la BBC sobre Irlanda. En ella se recuerda que este país fue uno de los grandes afectados por la crisis de 2008, ya que el crecimiento del sector de la construcción había sido desproporcionado (¿os suena?). Cinco años más tarde, y después de ser rescatada financieramente, Irlanda está volviendo a crear empleo, y algunos indicadores como el precio de la vivienda sugieren que podría hablarse de una salida de la crisis. La noticia también destaca los costes que esta transformación ha requerido (pérdida de poder adquisitivo, emigración masiva de jóvenes), y en general el tono es cauteloso, ya que se considera que las tasas de desempleo aún son considerables (12.5% frente al 7.6% en el Reino Unido). Pero yo, que quizá lo veo todo más positivamente después de visitar la Tierra Media y derrotar a los orcos, he pensado que es una noticia esperanzadora, y por eso quería compartirla. Os dejo el enlace.
 

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Familia española en Gran Bretaña

Mi segunda excursión por esta isla tuvo como escenario Oxford. A cualquier niño - y también a los que ya no lo somos - le gustaría pasear por esta ciudad señorial y acogedora y encontrarse con el mismísimo colegio Hogwarts de las películas de Harry Potter. De modo que, con alguna lectura de trabajo para el camino y con mi ilusión aventurera tirando de mí, emprendí la marcha para encadenar un total de siete trenes en un solo día. Si lo piensas con serenidad te da pereza y te quedas en casa, así que sólo puedo explicar esta paliza como ganas de hacer un viajecito y encontrarme con gente. Porque allí me esperaban Luis y su familia.
 
Luis es de las personas que se han ganado el derecho a elegir dónde quieren trabajar. Compañero y antiguo jefe, me contaba lo contento que está por haber vuelto otra temporada a Inglaterra, esta vez acompañado por su familia. Luis y los suyos han cambiado el coche por la bici, y también han aparcado por una temporada las incertidumbres para venir a un país donde todo funciona razonablemente bien. La gente puede resultar algo fría y distante, sí, pero para eso se tienen los unos a los otros, y por ello yo les envidio sanamente. Bueno, y hay otra cosa que tienen y que sin saberlo les hace la vida mucho más fácil, y es..., ¡¡¡una secadora!!! Sí, parece mentira, pero es el primer hogar de este país en el que he podido encontrar este electrodoméstico tan necesario en una zona del mundo como ésta. Yo no dispongo de semejante caja mágica, así que el mejor remedio que he encontrado ha sido convertirme en el hombre del tiempo, y organizarme de la mejor manera posible para elegir el día de la colada, que suele ser aquel día de la semana en el que brilla el sol y no llueve. La cosa se va poniendo peliaguda, ya que ahora el sol se pone a las 16 horas y las temperaturas van bajando, pero os dejo el pronóstico de la BBC en el que fue mi último "día de la colada."
 
Por lo demás, sigo viviendo en Sea Mills con Kristina y Alex, que le dan algo de aroma familiar a estos primeros meses de estancia. Los dos se han puesto muy contentos cuando les he dicho que este finde vienen mi hermana Cristina y mi cuñado Pedro. Kristina tiene ganas de conocer a alguno de mis parientes cercanos, ya que ha oído mucho hablar de ellos; y Alex tiene ganas de comprobar si su método de esconderse detrás de la cortina para dar un susto es igual de efectivo con ellos que conmigo, que ya he adquirido la costumbre de asustarme por las tardes cuando vuelvo de la uni. Dice Kristina que en la última visita a Hamburgo, hace sólo unas semanas, le advirtieron de que el niño ya habla alemán con acento inglés. Así es la vida. Y no será porque ella no pone empeño, hablándole casi siempre en alemán y leyéndole cuentos como el de la foto. No hace falta saber alemán para saber de qué trata, ¿a que no?


lunes, 25 de noviembre de 2013

Aventureros

Hace unos días me escribió mi compañero Trano contándome que ha encontrado un buen trabajo. Esas noticias siempre alegran, pero el caso de Trano es especial: nos conocimos cuando ambos estábamos empezando el doctorado, y hemos sido después compañeros de facultad al poco de acabarlo. Trabajamos en cosas parecidas, tenemos perfiles parecidos, y a los dos nos atraía la idea de probar suerte fuera dado que las oportunidades para los investigadores en España no son muy halagüeñas a día de hoy. Trano se va nada menos que a Canadá, desde donde quizá vaya relatando también sus aventuras en un blog. Yo lo animo desde aquí, se pasan buenos ratos escribiendo un blog: no hay presiones, no hay deadlines, nunca te rechazan los artículos...
 
La noticia de Trano y la gran aventura que ahora empieza para él me dio la idea de este post. No es el único aventurero del que he tenido noticias últimamente. En mi lista de blogs, donde con el tiempo he ido acumulando un poco de todo, añadí hace poco el de un bristoliano que está narrando su experiencia de 12 semanas en Sierra Leona. Lleva allí alrededor de un mes, escribiendo casi todos los días y contando cosas que le hacen a uno darse cuenta de que vivir es algo que se puede hacer de muchas maneras, y que cosas que aquí damos por sentadas en otros sitios son bienes preciados o incluso inalcanzables.
 
Pues sí, dos relatos que ilustran lo primero que me viene a la cabeza cuando pienso en aventuras: explorar lo desconocido. Aunque si lo pienso con más detalle, lo que para mí realmente define a una persona aventurera es la valentía, el coraje, la capacidad de sobreponerse a las dificultades. Esos valores están presentes en los protagonistas de estas dos historias, pero también en mucha gente que conozco, y me gusta pensar que cada vez más. Los tiempos que vivimos obligan a ello, desde luego. Por eso, desde aquí quiero rendir un pequeño homenaje a todos esos héroes del día a día, que encuentran trabajos donde parece que no hay, que hacen malabarismos con el tiempo y el dinero, que siguen encontrando motivos para esbozar una sonrisa y contagiar a los de su alrededor. Dicen que hace más el que quiere que el que puede, y yo creo que es verdad. Hoy en día, creo que muchas vidas son una pequeña aventura, así que os animo a compartir las vuestras. A mi correo le encanta recibir e-mails de gente conocida, y yo lo consulto con la misma asiduidad con la que ignoro el resto de medios de contacto. Y también están los blogs, ¿por qué no? Mientras tanto, yo os seguiré contando mis peripecias desde Bristol...

sábado, 16 de noviembre de 2013

Planes de finde

Dos meses después, algo parecido a la rutina empieza a asomarse por mi vida inglesa, y lo hace en forma de mucho trabajo, lo cual deja margen para poco más durante el resto del día..., o de la noche, ya que la luz natural se acaba ya en torno a las 17 horas. Por ello, los fines de semana se pillan con muchas ganas. Llevaba tiempo queriendo actualizar el blog, así que aprovecharé hoy este ratito para contaros cómo van los findes por aquí...
 
Este mes empezó con fiesta en España. Aquí el 1 de noviembre es laborable, y yo fui con mucha ilusión al trabajo sabiendo que ese viernes saldría un poco antes para ir a recoger a Brandon. Probablemente sea mi amigo más internacional: es canadiense (aunque hace poco le concedieron la nacionalidad irlandesa), nos conocimos en Holanda y actualmente trabaja en Suecia. Aprovechando que estamos muy cerca - según su concepto norteamericano de las distancias - se vino a pasar unos días en la isla para visitar a varios amigos en Londres y a mí en Bristol. Llevábamos más de tres años sin vernos en persona, pero parecía que no hubiera pasado ese tiempo. Lo llevé a tomar unas pintas, como no podía ser de otra forma, a The Canteen para ponernos al día. A Brandon le gusta el país en el que vive ahora (y las chicas), pero también piensa que la gente allí es muy fría, por lo que no tiene intención de prorrogar su contrato cuando termine el próximo verano. Está intentando aprender sueco, pero no parece un idioma fácil y, además, vive en un lugar donde casi todo el mundo habla inglés sin problemas, lo cual no le ayuda nada en su proyecto. Esa noche le presenté a varias personas a las que he conocido aquí, como mi amigo mexicano Alexandro, que nos acompañó en parte de la ruta del día siguiente. A Brandon y a mí nos encanta caminar y ver cosas, así que nos dimos una buena caminata y pude enseñarle casi todos los rincones que me gustan en esta ciudad. El tiempo estuvo "muy inglés", pero cuando acabamos el tour y reponíamos fuerzas en uno de los pubs más antiguos de Bristol, me dijo con voz solemne: "amigo, has venido a vivir a una ciudad preciosa".  
 
El pasado finde hice mi primera escapada desde que llegué aquí. El lugar elegido fue Londres, a menos de dos horas en tren, y donde vive desde hace más de dos años el upecetero Dani, al que tengo la suerte de conservar como amigo desde que fuimos compañeros en el instituto. Hace tiempo que tenía ganas de visitarle, y después de la experiencia seguramente no será la última vez. Dani vive en la Zona 1 de Londres, con su novia y otras dos chicas españolas. Su calle termina en Hyde Park, y allí fue donde comenzamos nuestro tour, que fue otra buena caminata. Yo sólo había estado en Londres un par de veces casi de pasada, así que Dani hizo una estupenda labor de guía y me llevó a lugares tan emblemáticos como el Buckingham Palace y el English Parliament con su archiconocida torre, entre otros. Pasé el finde rodeado de españoles, lo cual ciertamente echaba de menos, y pude experimentar por un par de días la vida en una gran ciudad, cogiendo el metro varias veces y encontrando espectáculos callejeros casi en cada esquina de las calles más céntricas. En esta época tiene lugar el encendido de las luces de Navidad en distintas partes de Londres, lo cual es todo un acontecimiento para el que traen a varios famosos. Nosotros vimos actuar, entre otros, a Emma, de las Spice Girls (en realidad, es la única a la que yo pude reconocer, lo cual me hace plantearme muchas cosas sobre mi vida). Gracias a Dani y los demás paisanos conocí también la cadena de pubs Wetherspoon, que para mí felicidad también está en Bristol. Y el domingo aún tuvimos tiempo de pasear por la City of London, bajo la siempre bienvenida luz del sol.
 
Y ahora, al tiempo que escribo esto, me espera otra interesante velada de pubs. Primero veré a Alexandro, el único amigo que tengo por el momento en el coro universitario al que decidí apuntarme. Luego esperamos unirnos al grupo de Pedro, uno de los murcianos que ya estaban aquí cuando yo llegué, y que seguro que tiene algún sitio interesante al que llevarnos...

 
 

domingo, 3 de noviembre de 2013

Like a sir


Coincidiendo con las primeras vacaciones escolares de Alex, Kristina pidió unos días libres en el trabajo para emprender un emocionante (y agotador) viaje hasta Hamburgo y volver - hoy mismo - con el coche cargado hasta los topes. Por delante, más de 1000 kilómetros atravesando Bélgica y Holanda por carretera para ellos; y para mí, más de una semana para experimentar cómo es eso de vivir en tu propia casa en este país. Globalmente, diría que como aprendiz de sir el balance ha sido positivo. Mi to-do list incluía dejar la casa intacta, relacionarme con los vecinos de la zona, adentrarme en la cultura británica e invitar a alguien a tomar el té en casa. 3 de 4 al final.
 
El estrechamiento de las relaciones con los vecinos fue de menos a más. Kristina me había aconsejado que pasase a saludar a la mujer mayor de la casa contigua, y así lo hice. Como respuesta a mi improvisada y sonriente presentación obtuve un "ah, muy bien" y dos frases educadas antes de cerrar la puerta. Un comienzo gris y poco prometedor, y menos aún cuando ese mismo lunes me encontré con un temporal de lluvia y viento mientras se acercaba la hora de salir de trabajar, y yo sin abrigo ni paraguas. Entonces apareció Jan, vecina de barrio y de oficina, con las llaves de su coche en la mano y una cálida sonrisa mientras se ofrecía a llevarme a casa. Esta semana he vuelto dos días con ella, y he tenido oportunidad de contarle cómo me va por aquí y de escuchar algunas historias, no siempre alegres, sobre su vida y su familia.
 
La inmersión en la cultura inglesa la llevo bien también. Llegan cartas a mi nombre a casa, tengo mi abono de transporte y, como os comenté en otra entrada, ya he realizado los trámites básicos para iniciar una vida aquí. El avance de esta semana ha sido aprender a reciclar. El sistema tiene similitudes con el español, pero también diferencias. Por ejemplo, el cartón y el papel van a contenedores separados,, y el plástico que no sea transparente no se recicla. Los demás envases sí, pero se enjuagan antes de desecharlos (yo esto no lo había hecho en la vida, aunque supongo que es buena idea). También hay compartimentos para ropa y zapatos, y un contenedor para la basura orgánica. Y todo eso se saca a la calle cada miércoles por la noche. Los desechos que no entran en ninguna categoría van al contenedor negro tradicional. Este contenedor - quizá para asegurarse de que la gente se toma en serio eso de reciclar - sólo se recoge cada dos semanas.
 
¿Qué más? Aquí tuvimos huelga del sector educativo el jueves, una semana más tarde que en España. El principal motivo de queja son los salarios. Para más detalles, podéis mirar este enlace:
 
Y ya, para terminar, ejercí de anfitrión con Brandon, quien gustosamente aceptó un té al estilo inglés (con un poco de leche) en el desayuno. Esto ya lo dejaré para otra entrada. Si no conocéis o recordáis a mi buen amigo Brandon, mi otro blog está lleno de detalles sobre cómo nos conocimos en Holanda, y cómo fui a visitarle a Canadá tras apostar por el ganador del Mundial de Sudáfrica. Nunca me he alegrado tanto de perder una apuesta...

 
 

lunes, 28 de octubre de 2013

Una de clásicos

Después de la que hasta el momento ha sido mi mejor semana en el trabajo - o la primera sin demasiadas complicaciones, que viene a ser algo parecido - llegaba el finde, y con él un plan curioso. Resulta que Martyn, un amigo de Kristina, me había invitado a salir de pubs el sábado por la tarde. Mi casera, que es muy madrera, dio su aprobación, diciendo que me vendría bien conocer más sitios en el centro y que Martyn cuidaría de mí. Y yo, que aún no sabía con quién ver el Clásico y tenía el cuerpo con ganas de anécdotas, acepté sin dudarlo.
 
Así que el sábado, a eso de las 16:30, me encontré con Martyn en Gloucester Road, una calle famosa por sus pubs. En uno de ellos nos esperaba, pinta en ristre, un grandullón con la cabeza rapada que me llamó la atención nada más entrar por la puerta. "Este es Rob, que parece un tipo terrorífico, pero no es para tanto" dijo Martyn a modo de presentación, mientras Rob estrujaba mi mano mirándome fijamente y con semblante serio. Mientras a mí se me pasaba el susto, Martyn le contó que yo era español y que a lo mejor podríamos buscar un sitio donde ver el Clásico. Deduje que Martyn no era muy futbolero cuando le oí sorprenderse de que Messi aún siguiera en activo, lo cual le valió otra mirada penetrante de Rob, fiel seguidor del Blackburn Rovers. Luego se volvió hacia mí, me demostró que también sabía sonreír, y empezó a hablarme del Blackburn de los 90 y de Alan Shearer, al que yo recordaba vagamente por un juego de la Mega Drive. Con eso y con decirle que era del Madrid me gané un amigo y una pinta de Leffe, y al poco estábamos mano a mano viendo en su móvil el resumen de un partido de esa época, un ManU - Blackburn donde ya entrenaba Alex Ferguson. "Happy days", decía Rob suspirando...
 
Cuando cambiamos de bar, el partido había empezado ya y el sitio al que entramos estaba lleno. Oía voces de españoles por todas partes, pero trataba de concentrarme en lo que estaba contándome Rob. Para ponerlo más difícil, estaba en la zona de paso y constantemente me tocaban la espalda para que me apartase. Al rato Rob había vuelto de pedirse otra cerveza y era él quien estaba en la zona de paso, y entonces observé divertido cómo la gente dudaba mucho más antes de tocarle la espalda para que se apartase. A Martyn no le interesaba el partido, así que hablaba con las camareras, o con cualquier chica que pasara cerca suyo, y si le parecía cercana a mi edad intentaba presentármela con cualquier excusa poco convincente, seguramente porque así es como él entendía que había que cuidar de mí. En el descanso, el resultado no era el que queríamos y la señal inglesa mostraba a Gaizka Mendieta junto a los comentaristas británicos. Así se lo hice saber a Rob, que me contestó serio y mirándome fijamente que aquel era Michel Salgado, al que él recordaba porque también jugó un tiempo en el Blackburn. Acababa de ver el nombre de Mendieta superpuesto en la pantalla, pero preferí no llevarle la contraria a Rob. Supongo que vosotros en mi situación habríais hecho lo mismo, ¿o no?

viernes, 18 de octubre de 2013

Trámites

¿Cómo funciona la burocracia en el Reino Unido? Después de casi seis semanas aquí, creo que por fin he terminado con los trámites básicos. Ha costado, y eso que empecé ya en agosto, gracias a la excelente página de otro español, Ricardo, que recomiendo encarecidamente a cualquiera que esté planeando pasar un tiempo aquí (www.diariodeunlondinense.com). En esta web, por ejemplo, aprendí cómo solicitar una tarjeta SIM británica y que me llegara a Murcia sin coste alguno. El resto ya lo tuve que hacer aquí, claro, y de eso es de lo que voy a hablaros hoy...
 
Un trámite básico aquí es la solicitud del National Insurance Number (NINo), que a mí me hacía falta para cumplimentar mi alta como trabajador en el sistema británico. Yo esto lo tenía claro, pero un despiste de los míos me hizo llegar casi 15 minutos tarde a mi cita con la administración. El premio fue una mirada sulfúrica de la funcionaria que me iba a atender, o más bien a mandar a casa hasta la próxima oportunidad. Afortunadamente, su compañera de despacho estaba de buenas, y aceptó sonriente mis jadeantes disculpas mientras me sentaba. El papeleo duró casi media hora, aunque mi benefactora me repetía que el mío era un caso muy sencillo y que todo estaba perfectamente en regla. Le sorprendió que viniese con un contrato, y me habló de los muchos españoles que llegaban a su mesa sin trabajo (luego me crucé con un recepcionista español en la propia oficina, y pensé que probablemente no sería una casualidad). Como yo le daba conversación, me contó que lo que menos le gustaba era que tratasen de engañarla, como cuando un día llegó un matrimonio altamente sospechoso, hasta el punto de que ninguno de los dos era capaz de recordar el día de su aniversario. "Pero también hay casos divertidos a veces", me aclaró, y entonces me contó que, mientras entrevistaba a otra pareja un día, el marido declaró haber estado casado dos veces anteriormente, con la comprensible furia de su actual esposa que se estaba enterando del pastel en ese preciso instante...
 
Lo que más se ha hecho esperar por ahora ha sido la apertura de una cuenta bancaria. El primer paso consistió en una entrevista, previamente concertada, donde la duración y el grado de intimidad de las preguntas superaron a las del párrafo anterior. Mientras yo contestaba sorprendido a cuestiones como mi gasto alimenticio por semana o los detalles de mi trayecto de casa al trabajo cada día, el manager de la sucursal tecleaba mirando inexpresivo a un monitor que desde mi posición era totalmente opaco. Al terminar, me explicó que todavía les llevaría varias semanas comprobar mis datos bancarios en España, y que sólo entonces me podrían ofrecer una cuenta que incluyese una tarjeta de débito. Desde esa entrevista hasta que finalmente he recibido la tarjeta en casa ha transcurrido exactamente un mes. La espera ha sido larga, pero ahora por fin puedo realizar compras en libras sin sufrir las abusivas comisiones que me imponía mi banco español.
 
Finalmente, y ya que tengo intención de quedarme en Sea Mills una temporada, me he inscrito en el centro de salud del barrio. Para ello simplemente tuve que rellenar un formulario, y en él me impactó la pregunta "¿con qué frecuencia toma 8 o más bebidas en una sola noche?" Ante mi insistencia, la recepcionista me aclaró que se referían a cubatas, cócteles o pintas de cerveza (una pinta británica son 0,57 litros), antes de asegurarme divertida que hay ingleses que sobrepasan ese límite cada fin de semana. ¡Ah! Lo olvidaba, también me he inscrito en el censo de votantes, para poder votar en las elecciones europeas. Al menos, mientras los británicos decidan seguir formando parte de la Unión Europea...

lunes, 14 de octubre de 2013

Ciencia y alcohol

Aunque sigo echando un vistazo a los periódicos españoles cada noche (y eso incluye la crónica de Relaño en As, que no todo va a ser culturizarse), también estoy empezando a darles una oportunidad a los medios británicos. La BBC parece el más asequible, ya que está orientada hacia el exterior e incluye noticias internacionales en su portada. aunque para encontrar noticias curiosas es mejor bucear un poco en los otros. Una de esas noticias, que viene al hilo de la entrada anterior (no hablo por mí, claro), la tenéis en el siguiente link:
 
 
 Aunque en el texto no se cita el artículo de referencia, la idea parece ser la siguiente: emborracharon a 57 chinos, y después a cada uno le dieron una bebida distinta y observaron la duración e intensidad de los síntomas de la resaca. Al margen de las posibles limitaciones metodológicas del estudio, el concepto me pareció una genialidad. Por cierto, los que mejor lo llevaron al día siguiente fueron los que tomaron bebidas con burbujas, y en concreto Sprite. Así que nada, la próxima vez que vaya al Sainsbury's, me traeré una botellita por prevenir, no vaya a ser que siga haciendo amigos escoceses durante el fin de semana...

martes, 8 de octubre de 2013

El nudo Windsor al estilo escocés

Hoy os voy a contar la que quizá haya sido la noche más curiosa desde que estoy aquí. Hace algunos días, a mediados de semana, Kristina me habló de una amiga suya que cumplía 40 años y quería celebrarlo el sábado con una fiesta de disfraces, a la cual estaba invitado. Yo acepté, intuyendo que la mayoría de los asistentes serían británicos mucho mayores que yo y que irían más arreglados de lo que yo acostumbro. Para equilibrar un poco las cosas, el sábado por la mañana salí a explorar un pueblo cercano, y de paso compré traje y corbata de segunda mano por 20€ en una Charity Shop, que son un invento maravilloso de esta zona...

Bueno, pues algo antes de las 8 llegamos al bar, yo con mi traje y Kristina con un disfraz difícil de definir, y comenzamos a saludar a la gente. En realidad había dos cumpleaños a la vez, y era fácil reconocer a las cumpleañeras porque se habían vestido como si no quisieran que nadie las mirase a la cara esa noche. Las dos rondaban los 40, y el resto de la gente eran en general de esa edad o incluso mayores. La fiesta era en el piso superior, mientras que la planta baja del bar había un concierto con 3 grupos realmente ruidosos de chavales veinteañeros.

Kristina me presentó a las anfitrionas nada más llegar, y aprovechó para invitarnos a los tres a la primera pinta de cerveza (aquí la costumbre es que los invitados paguen las copas del cumpleañero/a). Cerca de mí había un grupo de hombres trajeados que me aceptaron en la conversación, y acabé hablando de fútbol con un aficionado del Tottenham que estaba bastante contento con el negocio de Bale, y que se marchó de repente. No me habían presentado a mucha gente más, de modo que decidí apurar mi cerveza e invitar a la siguiente ronda a Kristina. La barra estaba en la planta baja, así que estuve amenizado mientras tocaban los Death Pedals (Pedales de la Muerte) y observaba divertido las caras de desagrado de alguna elegante invitada a la que el camarero no había servido aún.

La noche fue avanzando, y yo seguía cerveza en ristre conversando con alguno de los asistentes. Estuve charlando un rato con una mujer mayor (aquí mayor quiere decir que tenía un hijo mayor que yo). Era agradable y la entendía bien, pero al rato paró la música abajo - para alivio de la mayoría de los asistentes - y decidí asomarme y comprobar si había terminado ya el concierto. Mientras observaba cómo los miembros del último grupo desmontaban, dos tipos que estaban junto a mí empezaron a hablarme. Resultaron ser dos escoceses majísimos, y estuve más de una hora con ellos. En ese tiempo, alguien me trajo otra pinta de cerveza y no me quedó otro remedio que seguir bebiendo, aunque ya muy despacio. Los escoceses bebían mucho más rápido y quisieron invitarme primero a cerveza y luego a whisky, aunque yo rechacé educadamente ambas invitaciones. Sin embargo, en un momento dado el camarero trajo tres vasos de whisky, y cuando saqué la cartera en medio de mi aturdimiento, uno de los dos me dijo con una sonrisa de oreja a oreja: "amigo, cuando estás bebiendo con escoceses, el dinero es cosa nuestra". Resultaron ser dos padres de familia que llevaban mucho tiempo sin salir y estaban realmente ilusionados por que brindáramos por nuestro encuentro, Decidí ser cortés y, aunque ya estaba servido, les di una alegría apurando mi vaso de buen whisky escocés. El brindis fue solemne, de esos en los que la gente se mira a los ojos y todos beben a la vez. Luego uno de ellos reparó en que el nudo de mi corbata no era muy ortodoxo, así que le cedí la corbata agradecido y me hizo un perfecto nudo Windsor en un periquete. Lamentablemente, iba ya bastante bebido - sin pretender aparentar que yo iba como una rosa después del whiskazo a palo seco. El caso es que no midió muy bien la operación, y un rato después me di cuenta de que la corbata me llegaba hasta casi la rodilla. Ante la insistencia de una de las anfitrionas, conduje a mis nuevos amigos al piso superior, e incluso pude presentarles a varias personas. Eso sí, menos mal que no intentaron arreglarle a nadie más el nudo de la corbata...

viernes, 4 de octubre de 2013

Aprender idiomas y no morir en el intento

Este domingo salí a cenar con Gonzalo, que es otro murciano que lleva aquí algún tiempo. Me llevó a un acogedor restaurante latino y allí, envueltos por una música que hablaba el mismo idioma que nosotros, nos pusimos a compartir experiencias con este caballo de batalla que es el inglés. Después de casi tres años aquí, Gonzalo me contaba que él sigue estudiando inglés, y que cada día se esfuerza por anotar nuevas palabras y enriquecer su vocabulario. Piensa que aún tiene mucho que mejorar, aunque a mí me pareció que tiene buen oído, ya que fue el único capaz de entender todo lo que nos dijo la camarera. Así se lo reconocí, y entonces sonriendo me contó que en sus primeros meses lo pasaba francamente mal para entenderse con los nativos bristolianos, que al parecer gastan un acento importante. Cuando comenzó a trabajar en su actual empresa le esperaba una charla con el jefe en su primer día. El hombre hablaba y hablaba, mientras él asentía acurrucado en su silla y deseando fervientemente que no vinieran preguntas a continuación (probablemente todos habéis vivido ya esto alguna vez, ¿verdad?). Y sin embargo, la pregunta llegó finalmente. El jefe quería saber si Gonzalo prefería trabajar con él o con su compañero. Mi amigo, con gesto solemne y serio, contestó con un rotundo "¡No!", ante el asombro de todos los que presenciaban la escena.
Además de entender a la gente, también es importante hacerte entender, claro. A veces no encontramos la forma de decir algo, olvidamos una palabra clave, o bien pronunciamos incorrectamente provocando que el mensaje no llegue adecuadamente al receptor; es más, algunas de estas pronunciaciones incorrectas generan situaciones muy divertidas, como la que viene a continuación. Esto ocurrió en el hotel The Washington de Bristol, en el que yo me he alojado en mis dos visitas previas a esta ciudad. El protagonista, un buen amigo de la Universidad de Murcia, llegaba para asistir a un congreso, y al hacer el check-in recordó que un colega chino también había escogido ese hotel. Prometiéndoselas muy felices, se acercó a la recepcionista, pero al plantear la pregunta no utilizó guy (tipo), sino gay. Algo confuso al ver la cara de póker que le observaba al otro lado del mostrador, todavía elevó el tono de voz para preguntar ante la jocosa mirada de los demás huéspedes: "¡Pero bueno!, ¿tan difícil es encontrar un chino gay en este hotel?"
En cuanto a mí, los que leísteis el otro blog sabéis que ya le he hecho algunos destrozos a la lengua de Shakespeare..., ¡y los que me quedan! Yo creo que la aptitud es importante para el aprendizaje de idiomas, pero que si a esta edad uno llega sin ser bilingüe, entonces lo fundamental es la actitud: tomárselo con calma, aprender a reírse de uno mismo y, desde luego, esforzarse mucho. Vivir en Reino Unido es todo un lujo cuando uno pretende mejorar su nivel de inglés, así que yo trato de sacarle partido a todas las oportunidades que se me presentan en el día a día, especialmente en el trato con los nativos. A veces ni siquiera necesito despegar los labios, y mientras estoy enfrascado en alguna tarea del trabajo se forma algún corrillo en mi sala de ingleses e inglesas con ganas de hacer un descanso informal. En mi sala esto ocurre casi a diario, ya que somos muchos, y ante su cortesía yo ya les he aclarado que no me molesta en absoluto; de hecho, tengo la sensación de que esos corrillos me están ablandando poco a poco el oído, y acostumbrándolo a los acentos de la gente de mi entorno laboral. Así que seguiré disfrutando de estos "marujeos productivos", a ver hasta dónde me llevan... 
 

 
 

lunes, 30 de septiembre de 2013

Reservando por internet

Hoy he reservado los vuelos para mi primera visita a Murcia, que será ya por Navidad. Quizá suene a excesiva planificación - muy mío, por otra parte - pero en mi nuevo trabajo todo el mundo hace las cosas de ese modo. Por ejemplo, aquí se utiliza mucho la aplicación de Google Calendar, en la cual se espera que publiquemos nuestras reuniones, no vaya a ser que alguien venga a buscarnos y no estemos en nuestra mesa... Aquí las cosas se planifican hasta tal punto que se generan circunstancias ciertamente curiosas. Otro ejemplo: hoy me he enterado de que estoy autorizado para plantear dudas de trabajo a un investigador senior, ya que, según me asegura Julian, "nuestro proyecto le paga media hora a la semana". Así que con él tendré que ir al grano, nada de preguntarle cómo se encuentra hoy ni mucho menos por su familia...
 
En esta entrada quería explicar, por si sirve de algo, una peculiaridad que he encontrado últimamente en las reservas online con Ryanair, y que creo que también sucede con otras compañías como easyJet o ALSA. Hoy, al finalizar la reserva, me aparecía el siguiente mensaje:
 
Mi consejo es que, si lleváis a cabo una compra online próximamente y encontráis este mensaje, simplemente lo ignoréis. Yo pinché en el botoncito durante otra reserva en el mes de agosto, y a los pocos días me encontré un cargo de 12€ en mi cuenta ordenado por "PRIVICOMPRAS.ES". El nombre completo de la empresa es Privilegios en Compras, y aunque no es totalmente un fraude, yo creo que no es rentable a menos que el gasto mensual en compras por internet sea realmente elevado. Eso lo averigüé después de encontrarme otro cargo de 12€ en septiembre y decidir que ya estaba bien para una broma. 
 
Es posible que alguien esté leyendo esto mientras piensa: "vaya, pues yo también le di al botoncito". Bueno, pues tampoco es el fin del mundo. Yo me puse en contacto con la empresa por e-mail de forma bastante civilizada (para lo que se me pasaba por la mente en ese momento), y al poco me contestaron comunicándome que ya habían procedido a dar la orden de baja y la consiguiente devolución de las cuotas mensuales por un servicio que yo no había utilizado, lo cual se reflejó en mi cuenta unos días más tarde. También me dijeron que esperan tenerme pronto de vuelta como cliente. Qué majos, ¿verdad? 

sábado, 28 de septiembre de 2013

Kristina y Alex

He oído que los viernes por la noche los ingleses salen como si no hubiera un mañana, como si el cansancio acumulado de la semana se evaporase de repente. Yo también pillo los viernes con ganas, pero con ganas de descansar, y ya mañana será otro día. Otra cosa buena de la velada del viernes es que comparto cena con Kristina y Alex, la simpática familia junto a la que he comenzado esta experiencia. Hoy os contaré un poco más sobre ellos.
 
Kristina no es la alemana típica que quizá tengáis en mente. Su casa está desordenada, tan llena de chismes por todos sitios que a veces cuesta encontrar las cosas, y ya de la cocina ni hablamos... El camino más corto para llegar de casa a la estación de tren me lo enseñó ella un día. No es el más bonito pero se ahorran un par de minutos, lo cual es muy valioso si vas con el tiempo justo como suele ocurrirle a ella. A veces pienso que no se marchó, sino que la echaron de Alemania. Bromas aparte, es una mujer positiva, atenta y muy humana, la clase de persona que te gustaría tener cerca cuando vas a un sitio nuevo a empezar de cero. Kristina es muy habladora, me cuenta sus problemas con total confianza las mañanas que vamos juntos al trabajo en su coche. Su vida no ha sido ni es fácil, pero tiene un carácter valiente y decidido que se sobrepone a cualquier dificultad y que inspira a los de su alrededor. Mi casera es una mujer fuerte, pero tiene la calidez suficiente para regalarme una sonrisa si un día abre la puerta y me encuentra deambulando y con cara de estar aún un poco homesick. Y en cuanto al desorden y la impuntualidad, hay una buena explicación para todo ello: se llama Alex.
 
A Alex le gusta desayunar conmigo por la mañana. Es un niño sociable y parlanchín, así que suele aprovechar ese ratito para enseñarme algún juguete o explicarme con todo lujo de detalles la composición de sus deliciosos cereales, como si de un anuncio se tratase. Entre semana no nos hemos visto mucho por ahora, ya que su mamá intenta - casi siempre infructuosamente - tenerlo metido en la cama a las 7 de la tarde. Alex tiene sólo 4 años, y tengo que echarle imaginación para que entienda que yo tengo 28, ya que por ahora sólo sabe contar hasta 20. Aunque, para ser justos, la mayoría de las veces soy yo el que aprende de este saltimbanqui rubio que apenas me llega por encima de la rodilla. Cuando llego y lo pillo aún levantado, me gusta sentarme en el sofá y escuchar cómo aúlla lenta y musicalmente cada vocal inglesa con maestría. Si nadie lo tiene entretenido, entonces es probable que se acerque y me diga que ha escondido algo en el salón y que quiere que lo encuentre, lo cual puede ser todo un desafío (ver párrafo anterior). Un día le tuve que pedir varias pistas: ¿está cerca de la mesa? Noooo. ¿Está cerca del radiador? Nooooo. ¿Está detrás de la planta? Aquello no era una planta, sino una maceta, pero yo aún no sabía decir "maceta" en inglés. Mi pequeño interlocutor me miró con una expresión de inocente perplejidad, antes de decir un poco confuso: "eeehmm, ¿quieres decir detrás de la maceta?" 

miércoles, 25 de septiembre de 2013

¡Mi primera visita!

¡Seguimos de estreno! Todavía estoy aterrizando por aquí, así que las novedades se suceden cada día. Y como hay vida más allá del trabajo, también he salido a explorar un poco los fines de semana, y a ver qué tal se divierten estos bristolianos. El primer finde, además, tuve la suerte de contar con la inesperada visita de un gran amigo. Hace días que tenía ganas de dedicarle una entrada, así que vamos allá...
 
Álex fue el primero de mis añorados murcianos que se animó a venir y pasar unos días con nosotros saboreando las peculiaridades de la cultura británica. El cielo se esmeró en proporcionarle una estampa típica de la ciudad, ya que llovió de jueves a lunes, y a veces torrencialmente. Su primer sobresalto lo tuvo al cruzar la frontera del Reino Unido en el aeropuerto, al ver a todos los ingleses que estaban en la cola pertrechados con su pasaporte, mientras que él sólo llevaba encima el DNI. (Unos días más tarde me han contado que los británicos, muy suyos ellos, ni siquiera tienen DNI). Pero finalmente pasó, y llegó a la estación de autobuses en la que Pedro y yo le esperábamos. Pedro es otro amigo de Murcia que lleva aquí ya varios meses, así que él fue el encargado de mostrarle a Álex (a los dos, de paso) una buena selección de rincones locales con encanto. Esa misma tarde nos tomamos nuestras primeras pintas de cerveza juntos, y al día siguiente compartimos un lunch sabroso, barato y nada saludable en el Fish & Chips que hay frente a mi trabajo.
 
El finde lo pasamos los tres en casa de Pedro, que vive con una madre y su hija de 6 preciosos añitos. Casualmente, la niña celebraba su cumpleaños el sábado, así que la madre le organizó una fiesta de lujo en el parque y, por si la lluvia aparecía sin haber sido invitada, decidió tomar la precaución de encargar al padre que montase una pequeña carpa por la mañana. La tarea era bastante compleja para una sola persona y él desistió rápidamente, dejando las piezas sueltas abandonadas sobre el césped y proporcionándonos sin saberlo nuestro plan de sábado por la mañana. Cuando salimos de la casa, la fiesta estaba al completo y nosotros estábamos contentos por haber puesto nuestro granito de arena. Por eso, me acerqué al padre con una amplia e inocente sonrisa y le pedí que nos echara una foto junto a la estupenda carpa que habíamos montado. Álex me insiste en que el hombre no puso muy buena cara al oír aquello, y lo cierto es que las imágenes le dan la razón (esta foto la echó Pedro a continuación).
 
Después de una cerveza disfrutando de la tarde soleada junto al río Avon y una hamburguesa viendo La Liga en uno de los espectaculares pubs que hay por aquí, llegó mi primer sábado por la noche por aquí. Para entonces ya éramos 4 los murcianos que, después de tomar unas copas en cada de Pedro, salimos a otear el panorama. Mientras caminábamos por una calle de casas lujosas, nos llamó la atención ver que en una de ellas habían montado una fiesta. Nos asomamos por curiosidad desde la acera y vimos el jardín del caserón, donde había gente de diferentes edades con disfraces originales que bailaban al son de la música atronadora que salía de alguna ventana. Alguien propuso que intentásemos entrar, y a mí me hizo gracia la idea pero no hice mucho caso. Sin embargo, al poco estábamos de vuelta con una cerveza en la mano, mientras Álex charlaba animadamente con los chicos que había en la puerta, y los demás también nos terminamos acercando. Nos dejaron pasar sin problema, y allí estábamos como si nada, bailando en un salón con perfectos desconocidos que a veces nos miraban con una expresión de divertida extrañeza. Incluso terminamos conociendo al anfitrión, que nos preguntó intrigado cómo habíamos oído hablar de la fiesta, a lo cual contestamos: "bueno, en realidad lo que hemos oído ha sido la fiesta en sí". Cuando el simpático evento llegó a su fin, aún fuimos a otro pub, que cerró a las 2 de la mañana, y para entonces lo único que quedaba abierto era alguna tienda de comida rápida y a casa. El domingo estábamos ya cansados, aunque aún tuvimos tiempo de cerrar el finde con una visita pasada por agua al puente colgante, uno de los símbolos de esta bella ciudad. 

sábado, 21 de septiembre de 2013

Primeros días de trabajo

Esta semana las cosas han ido mejor. El tiempo ha sido estupendo, ya que no ha hecho frío y hemos tenido más sol que lluvia estos días, y poco a poco las cosas se van normalizando, tanto en casa como en el trabajo. Hoy os voy a hablar un poco sobre el sitio al que he venido a trabajar (y a aprender) aquí: la University of Bristol.
 
 
Se trata de una de las dos universidades de Bristol, ya que aquí también está la University of the West of England. Eso, y el carácter alternativo de esta ciudad, explican la gran afluencia de jóvenes procedentes de todas las partes del mundo. En mi departamento, sin embargo, la mayoría de miembros son nativos procedentes de diferentes partes de Gran Bretaña. A mí eso me parece una gran suerte pensando en la posibilidad de mejorar mi inglés y de conocer a los locales, que suelen ser algo esquivos con los extranjeros, aunque a día de hoy supone un gran desafío a la hora de integrarse en las conversaciones. Así que en mi primera semana me dediqué básicamente a sonreír mucho y hablar poquito, sobre todo el primer día, en el cual Julian hizo de maestro de ceremonias en las presentaciones. Incluso tenía un protocolo para eso, como podéis ver más abajo...
 
 
Resulta que Julian, el hombre por el que vine aquí en definitiva, nunca había tenido que presentar formalmente a un nuevo miembro, así que en nuestra primera reunión como miembros del mismo equipo se mostró inesperadamente nervioso por algo que también era nuevo para él. Eso fue divertido, y yo traté de ayudarle (no hay que ser rencoroso, ¿verdad?) indicándole sonriente qué pasos estaban ya resueltos mientras él tamborileaba incesantemente sobre la mesa. En esencia, me presentó a más de 20 personas en apenas un par de horas, desde personal administrativo hasta su propia jefa, frente a la que bromeó diciendo que "aquí es donde tienes que venir a quejarte si tienes problemas conmigo". También me presentó a varios colegas que están al tanto del proyecto en el que andamos metidos, con una tarjeta de presentación parecida a "este es el chico que ha venido a incorporarse al proyecto que va a convertir mi vida en un infierno hasta mayo". Yo no sería tan drástico aún, aunque lo cierto es que los primeros días he tenido que echar horas extra casi sistemáticamente, y no creo que pueda bajar el ritmo por ahora. 
 
Julian está fuera esta semana, pero me ha emparejado con Katt (Katherine), que es inteligente, amable y muy eficiente en su trabajo, así que esta semana nos hemos reunido casi a diario y hemos ido avanzando bastante entre los dos. Para mí es muy agradable reunirme con ella, ya que siempre resolvemos problemas (en especial ella a mí) y además acabamos hablando de temas ajenos al trabajo. Estos días, Katt me ha preguntado muchas cosas acerca de España ya que, después de un mes de agosto sin poder cogerse vacaciones, su novio y ella tienen planeado visitar Málaga y Granada a finales de octubre y quieren aprovechar muy bien los días libres que han pedido en sus respectivos trabajos.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Por algo se empieza

Ahora mismo hace justo una semana que llegué. Estos primeros días han sido agotadores y creo que me llevará aún bastante tiempo acostumbrarme a todo esto. Pero al menos tengo dos cosas muy importantes, que son una casa con gente agradable alrededor y un trabajo al que ir cada mañana con la ilusión de que algún día seré capaz de devolverle a esta gente la confianza que han depositado en mí al darme esta oportunidad. Hoy os voy a hablar sobre la primera de ellas. 
 
He comenzado mi andadura aquí alquilando una habitación en una casa típicamente inglesa a las afueras de la ciudad, con su suelo de moqueta salvo la tarima en la cocina y el baño (!), su pequeño jardín y los dormitorios en el piso superior. Como podéis ver desde mi ventana, esto es un barrio residencial en el que viven principalmente familias locales.

La dueña, Kristina, es de Hamburgo, aunque vino a Gales hace 20 años a estudiar la carrera y se acabó decantando por las virtudes de la vida británica (y aceptando los aspectos menos virtuosos, claro). Trabaja en otro departamento de la universidad, pero contestó inmediatamente al mensaje que Julian envió para ayudarme a encontrar alojamiento temporal, e incluso tuvo la amabilidad de venir a recogerme cuando mis tres maletas y yo llegamos el domingo pasado. También viven en la casa Alex y John, ambos ingleses. El primero es el que más paciencia muestra ante mi inglés aún titubeante, aunque con el segundo he mantenido algunas conversaciones interesantes después de la cena. Pero John acaba de encontrar un nuevo trabajo, y eso supone que se marchará en unos días.
 
El barrio en el que está situada la casa se llama Sea Mills, que significa Molinos del Mar, ya que la costa queda a poco más de 10 millas de aquí. Lo mejor de vivir aquí es el paisaje, ya que el vecindario está completamente rodeado de espacios verdes e incluso pequeños bosques con senderos por los que perderse. Además, cerca de aquí el río Avon describe un meandro en plena campiña inglesa, como se puede apreciar en la foto. El color chocolate del río no le hace justicia, ya os enseñaré otro día fotos donde salga más "favorecido". Otro aspecto positivo de vivir aquí es la conexión con mi centro de trabajo, que está frente a una estación de tren. Por aquí pasa ese mismo tren por otra estación que queda a 10-15 minutos de mi casa, así que cada día tengo una excusa perfecta para dar un relajante paseo disfrutando de los encantos del paisaje (sobre todo cuando no llueve, claro). Pero hay otro aspecto menos cool y es que, según he comprobado este finde, el último tren hacia aquí sale del centro a las 22:30h, lo que me convierte en una cenicienta bristoliana (o algo peor, ya a que a la Cenicienta genuina la dejaban llegar antes de medianoche). Ante esta grave limitación, supongo que acabaré buscando otro sitio para vivir tarde o temprano. Pero por ahora me preocupan más otras cosas y prefiero apurar la experiencia de vivir aquí. Por algo se empieza...

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Oferta, entrevista y traslado

Como tantos otros, yo soy un joven español con estudios superiores que no encontraba oportunidades en mi país. Y como además de eso soy un viajero nato y ya tengo experiencias (todas buenas) viviendo fuera, la elección de salir a buscar un buen trabajo en el extranjero fue fácil en mi caso. La historia de cómo llegué aquí se resume en las siguientes fechas de este 2013:
 
- 27 de junio: era un día de resaca. No porque estuviera recuperándome de una noche intensa, sino porque la tarde anterior se había resuelto una convocatoria de becas posdoctorales en Bélgica. Se trataba de un trabajo que podía realizarse a tiempo parcial durante un curso completo, probablemente sin necesidad de traslado más allá de unos meses. Había estado esperando 5 meses la resolución, y no había mirado ninguna oferta durante ese período porque tenía claro que quería aquel trabajo. Pero la respuesta fue negativa. Fulgencio, amigo y director de tesis, presenció en directo mi gran decepción cuando conocí la noticia. Pero he aquí que el 27 de junio amaneció y también salió el sol, y me decidí a probar suerte en Reino Unido, utilizando un buscador especializado (www.jobs.ac.uk). Y entonces, por primera vez, sonó el nombre de Bristol como un posible destino cuando descubrí una oferta de un gran grupo de trabajo donde buscaban a alguien con un perfil similar al mío. En los días siguientes, envié toda la información necesaria, aunque no era demasiado optimista y decidí seguir mirando ofertas, la mayoría en el Reino Unido. Hasta que, unos días más tarde me escribieron para invitarme a una entrevista...

- 22 de julio: sin duda, el cumpleaños más raro que he tenido hasta ahora (y eso que el listón ya estaba alto). Ese día, ni más ni menos, estaba citado a las 9:40. Llegué antes, y los tres profesores estaban ocupados con otro candidato, aunque Julian, el profesor de mayor rango, salió a entregarme unos resultados sobre los que luego me harían varias preguntas. Reconocí la cabeza rapada de Julian mientras se acercaba, porque ya había coincidido antes en dos congresos con él, aunque nunca me atreví a dirigirle la palabra por su aspecto frío y reservado. Puedo añadir también que fue mi primera entrevista de trabajo, y así quizá ya os vayáis haciendo una idea acerca del estado en que me encontraba cuando la puerta se abrió y yo me arrastré lastimosamente hasta alcanzar la silla más cercana. La entrevista duró 40 minutos, y al principio las otras dos profesoras, que estaban sentadas al
 otro lado de la mesa rectangular, me fueron preguntando acerca de mi experiencia previa y la interpretación de los resultados que me habían entregado. Julian, mientras tanto, estaba sentado justo a mi derecha, mirándome fijamente con sus ojos azules y sin mover un músculo para asentir o reprobar ninguna de mis respuestas. Finalmente llegó su turno, y fue el encargado de plantearme las preguntas más complicadas y observar mis nerviosas contestaciones con su rictus imperturbable. Al salir, tras dar una palmadita amistosa al siguiente candidato, me senté mientras hacía un balance y concluí que el hecho de haber recibido tantas preguntas no era un buen síntoma, y que probablemente estaban buscando un motivo para descartarme. Así que pasé el resto de mi cumpleaños haciendo turismo y me di un capricho visitando el glorioso SS Great Britain, mientras me despedía mentalmente de la ciudad y rogaba con cierta pereza que me llamasen para otra entrevista pronto. Afortunadamente, al día siguiente Julian me escribió para mostrarme que estaba totalmente equivocado...
 
- 8 de septiembre: si antes hablaba de un cumpleaños extraño, sin duda este verano también ha sido singular. Dejar mi Murcia natal sin saber bien cuándo volveré me ha hecho disfrutar más de la gente este mes de agosto, conocer rincones de mi ciudad que tenía aún pendientes, bañarme más en la playa... Ha sido una época especial antes de este salto a lo desconocido que tuvo lugar este domingo en uno de los tantos vuelos de Ryanair que llevo ya acumulados. Por cierto, mirad lo que encontré en la revista de a bordo, nada menos que una guía sobre cómo gastarse 100€ saliendo de marcha por Murcia. ¡Si hasta cerraron el Musik y todo!


Bueno, en la próxima entrada ya os hablaré de mi vida por aquí, que ha sido bastante entretenida hasta ahora y parece que lo va a seguir siendo hasta el final de la semana, ya que viene a visitarnos un ilustre viajero: Álex Fagín. Hasta pronto!

martes, 10 de septiembre de 2013

Nice to meet you

¡Hola a todos!

Después de la bonita experiencia de escribir un blog cuando estuve fuera hace unos años, me he animado a repetir. Esta vez me he venido a vivir a Bristol por algún tiempo, y desde que comencé a planificar el viaje hasta hoy, dos días después de mi llegada, han ido sucediendo algunas cosas curiosas que no he tenido tiempo de contarle a todo el mundo. Y como a mí me gusta escribir y contar batallitas a partes iguales, pues aquí estoy, hipotecando un poco de mi sueño antes de que Alex, mi principal profesor de inglés aquí, me despierte mañana en torno a las 7...

Bueno, pues bienvenidos a mi ventanita murciana desde tierras inglesas. Mi idea es ir salpicando esto de anécdotas y curiosidades sobre la marcha, aunque las sugerencias son bienvenidas. Este blog lo escribo mayormente como entretenimiento personal, aunque quizá tenga la suerte de entretener a más gente durante una temporada si os vais animando a entrar y yo a escribir un par de entradas por semana, tal y como me he propuesto para empezar. Por si alguien desconocido se encuentra leyendo esto, escribiré una primera entrada introductoria para aclarar qué hago yo aquí. Y claro, también os hablaré de Alex y los demás personajes de mi recién iniciada vida inglesa. Vamos por partes.