Hoy ha sido uno de esos días de suerte en los que he coincidido con buena gente al bajar al comedor del mi centro de trabajo. Les contaba que tengo la sensación de que mi vida aquí hasta hace poco más de un mes se ha parecido bastante a la hibernación de los osos, mientras que ahora se me juntan viajes, visitas (este finde también viene gente) y planes al aire libre en una ciudad con cada vez más horas de luz y a veces hasta buen tiempo; y yo voy haciendo malabarismos con todo, ya que la carga de trabajo también va aumentando conforme voy aprendiendo cosas nuevas. Así que, una vez que he descubierto esta parte de la vida en Reino Unido, y dado que la experiencia profesional aquí está respondiendo a mis expectativas, ya me va gustando más la idea de pasar aquí una temporada...
El finde pasado me tocó visitar a mi amigo Juanma, otro investigador murciano emigrado que trabaja en Dundee. Yo conocía la ciudad por el equipo de fútbol (para que luego digan que no se aprende nada viendo deportes), pero Juanma me contó también que de allí partió la primera expedición hacia el Polo Sur, y que aún se conserva el barco que transportó a los tripulantes, el Discovery. Como yo, pude comprobar que mi amigo también se las ha arreglado para rodearse de gente maja en su nueva ciudad.
Sin embargo, la mayor parte del viaje transcurrió en Glasgow, que es una ciudad donde según parece pasan muchas cosas y no todas buenas. Yo llegué el primero al hotel sin saber nada de esto, aunque luego eché en falta algún aviso en Google Maps del tipo "esta es la ruta más corta, pero el riesgo de apuñalamiento se quintuplica a la vista de los sucesos de las últimas semanas". En realidad, el motivo de nuestra estancia allí era una actividad llamada Go Ape (hazte macaco), que consistía en tirolinas y actividades de todo tipo subidos a los árboles. Yo no estaba preocupado por la altura, ya que estábamos bien sujetos en todo momento. Tampoco me preocupaban los mosquitos, a pesar de que aún tengo marcas de las picaduras. Lo único que me inquietaba seriamente era la hora de comienzo: sábado a las 5 de la tarde...
Y aquí llega mi historia de cómo vi la Décima. Tarde, en primer lugar, ya que para cuando terminamos de subirnos a los árboles y encontramos un pub en el pueblo (el único, tal vez), estaba a punto de comenzar la segunda parte. Juanma y James, inmunes a la pasión futbolística, habían accedido a acompañarme al pub para ver el resto del partido. Unas señoras locales que estaban sentadas a mi izquierda me identificaron rápidamente como español y aprovecharon para practicar conmigo un poco de vocabulario, lo cual me ayudaba a ignorar el hecho de que el final se iba acercando y el Real no conseguía marcar. Al poco comenzó a hablarme el tipo de mi derecha, que se presentó como Danny y, como la mayoría de escoceses a los que pude tratar, me pareció un tipo encantador al que tenía serias dificultades para entender. Juanma, que lleva un año viviendo en Escocia, se divertía con la escena y se acercó para susurrarme al oído que le encantaría poder ponerle subtítulos al tío con el que estaba hablando. Eso no fue óbice para que, con el gol del empate, nos fundiéramos en un fraternal abrazo de alivio. En la prórroga, mientras yo me comía las uñas, Danny, que iba bastante borracho, me contaba que había visto en directo al Real ganando su novena Champions en Glasgow. Incluso tenía tiempo para probar suerte con las mozas que pasaban por su lado de forma tosca y directa, recibiendo a cambio algo parecido al mal de ojo. La poca receptividad de las féminas del lugar se compensó con las alegrías futbolísticas de la prórroga, que las hubo, así que yo me llevé todos los abrazos esa noche antes de convidar con un buen whisky escocés a mis amigos.
No es más que un juego para entretener, pero el fútbol levanta pasiones capaces de unir a los desconocidos y de dar motivos para celebrar de vez en cuando. También genera disputas, yo diría que menos, y a veces da disgustos, pero a mí se me olvidan pronto. Y sí, cuesta mucho dinero, y eso ya es más difícil de defender en los tiempos que corren... Pero a pesar de todo, yo espero con muchas ganas el comienzo de la competición más importante del fútbol, y quizá de cualquier deporte: la Copa del Mundo. Ahora vienen por delante varias semanas para pasarlo bien, sea cual sea el resultado. ¡A disfrutarlas!