Hace unos días me escribió mi compañero Trano contándome que ha encontrado un buen trabajo. Esas noticias siempre alegran, pero el caso de Trano es especial: nos conocimos cuando ambos estábamos empezando el doctorado, y hemos sido después compañeros de facultad al poco de acabarlo. Trabajamos en cosas parecidas, tenemos perfiles parecidos, y a los dos nos atraía la idea de probar suerte fuera dado que las oportunidades para los investigadores en España no son muy halagüeñas a día de hoy. Trano se va nada menos que a Canadá, desde donde quizá vaya relatando también sus aventuras en un blog. Yo lo animo desde aquí, se pasan buenos ratos escribiendo un blog: no hay presiones, no hay deadlines, nunca te rechazan los artículos...
La noticia de Trano y la gran aventura que ahora empieza para él me dio la idea de este post. No es el único aventurero del que he tenido noticias últimamente. En mi lista de blogs, donde con el tiempo he ido acumulando un poco de todo, añadí hace poco el de un bristoliano que está narrando su experiencia de 12 semanas en Sierra Leona. Lleva allí alrededor de un mes, escribiendo casi todos los días y contando cosas que le hacen a uno darse cuenta de que vivir es algo que se puede hacer de muchas maneras, y que cosas que aquí damos por sentadas en otros sitios son bienes preciados o incluso inalcanzables.
Pues sí, dos relatos que ilustran lo primero que me viene a la cabeza cuando pienso en aventuras: explorar lo desconocido. Aunque si lo pienso con más detalle, lo que para mí realmente define a una persona aventurera es la valentía, el coraje, la capacidad de sobreponerse a las dificultades. Esos valores están presentes en los protagonistas de estas dos historias, pero también en mucha gente que conozco, y me gusta pensar que cada vez más. Los tiempos que vivimos obligan a ello, desde luego. Por eso, desde aquí quiero rendir un pequeño homenaje a todos esos héroes del día a día, que encuentran trabajos donde parece que no hay, que hacen malabarismos con el tiempo y el dinero, que siguen encontrando motivos para esbozar una sonrisa y contagiar a los de su alrededor. Dicen que hace más el que quiere que el que puede, y yo creo que es verdad. Hoy en día, creo que muchas vidas son una pequeña aventura, así que os animo a compartir las vuestras. A mi correo le encanta recibir e-mails de gente conocida, y yo lo consulto con la misma asiduidad con la que ignoro el resto de medios de contacto. Y también están los blogs, ¿por qué no? Mientras tanto, yo os seguiré contando mis peripecias desde Bristol...