El pasado domingo regresé a Bristol después de probar por primera vez la experiencia de trabajar a distancia desde Murcia. Unas semanas antes había estado cenando en casa de Kristina, quien se mostró entusiasmada cuando le conté el plan y me animó a buscar "el equilibrio para conseguir lo mejor de los dos mundos: trabajar en lo que quieres y pasar tiempo con toda la gente a la que quieres." Así que yo le puse empeño de lunes a viernes para centrarme durante el día en las tareas que había planificado y evitar las tentaciones, que no eran pocas. Sin embargo, no todo iba a ser estar sentado delante del ordenador, y también aproveché el tiempo fuera del horario de trabajo para disfrutar de la gente, la comida y el buen tiempo de Murcia, donde todavía era verano. Incluso me di un inesperado último baño de la temporada. En la playa solamente quedaban ya unos pocos atrevidos, la mayoría extranjeros. Eso da que pensar...
No hizo falta más que bajarme del avión de vuelta a Bristol para comprobar que el verano de 2014 se ha terminado para mí. No es cuestión de quejarse, ya que ha sido largo y muy variado, pero tuve un instante de shock mientras acomodaba las ruedas de mi maleta y la fina lluvia inglesa mojaba mi cara de incredulidad. Además de lluvia a diario, estos días nos ha acompañado por aquí un viento frío que trae consigo las hojas muertas de los árboles, quizá la estampa más típica del otoño. Julian también estaba un poco "otoñal" cuando entré el lunes a su despacho para mostrarle todo el progreso de mi semana en España. En el bloc de estados anímicos que hay sobre su escritorio podía leerse "Antisocial" y yo, que llegaba algo tenso pensando en la importancia de que mi supervisor le diera el visto bueno a mi trabajo a distancia para poder repetir la experiencia en un futuro, pensé que no era un comienzo muy esperanzador. Al final resultó que Julian no tenía ningún interés en fiscalizar mi rendimiento y sí en intensificar las reuniones cara a cara conmigo y con los demás miembros de su equipo para poder quedarse algún día trabajando desde casa, ya que está preparando su ponencia inaugural en la Universidad de Bristol para la próxima semana.
Por lo tanto, vuelta a la normalidad por aquí. Eso, en estas fechas y con el cambio de hora de este fin de semana, significará a partir del lunes salir de noche del trabajo día tras día. Con las horas de luz y las temperaturas a la baja, no espero más visitantes por ahora y el único viaje que he programado antes de Navidad es un fin de semana para ver a mis amigos de Londres. Puestos a pensar en positivo, estos meses no me va a costar mucho esfuerzo echar horas extra en el trabajo, ya que mi oficina es uno de los sitios donde nunca hace frío. Y luego está el aliciente de la nieve; el año pasado no nevó en Bristol, y solamente tomé algunas fotos de la hierba escarchada en Sea Mills por la mañana a costa de quedarme a punto de perder el tren. ¿Tendremos un invierno blanco este año?