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lunes, 30 de septiembre de 2013

Reservando por internet

Hoy he reservado los vuelos para mi primera visita a Murcia, que será ya por Navidad. Quizá suene a excesiva planificación - muy mío, por otra parte - pero en mi nuevo trabajo todo el mundo hace las cosas de ese modo. Por ejemplo, aquí se utiliza mucho la aplicación de Google Calendar, en la cual se espera que publiquemos nuestras reuniones, no vaya a ser que alguien venga a buscarnos y no estemos en nuestra mesa... Aquí las cosas se planifican hasta tal punto que se generan circunstancias ciertamente curiosas. Otro ejemplo: hoy me he enterado de que estoy autorizado para plantear dudas de trabajo a un investigador senior, ya que, según me asegura Julian, "nuestro proyecto le paga media hora a la semana". Así que con él tendré que ir al grano, nada de preguntarle cómo se encuentra hoy ni mucho menos por su familia...
 
En esta entrada quería explicar, por si sirve de algo, una peculiaridad que he encontrado últimamente en las reservas online con Ryanair, y que creo que también sucede con otras compañías como easyJet o ALSA. Hoy, al finalizar la reserva, me aparecía el siguiente mensaje:
 
Mi consejo es que, si lleváis a cabo una compra online próximamente y encontráis este mensaje, simplemente lo ignoréis. Yo pinché en el botoncito durante otra reserva en el mes de agosto, y a los pocos días me encontré un cargo de 12€ en mi cuenta ordenado por "PRIVICOMPRAS.ES". El nombre completo de la empresa es Privilegios en Compras, y aunque no es totalmente un fraude, yo creo que no es rentable a menos que el gasto mensual en compras por internet sea realmente elevado. Eso lo averigüé después de encontrarme otro cargo de 12€ en septiembre y decidir que ya estaba bien para una broma. 
 
Es posible que alguien esté leyendo esto mientras piensa: "vaya, pues yo también le di al botoncito". Bueno, pues tampoco es el fin del mundo. Yo me puse en contacto con la empresa por e-mail de forma bastante civilizada (para lo que se me pasaba por la mente en ese momento), y al poco me contestaron comunicándome que ya habían procedido a dar la orden de baja y la consiguiente devolución de las cuotas mensuales por un servicio que yo no había utilizado, lo cual se reflejó en mi cuenta unos días más tarde. También me dijeron que esperan tenerme pronto de vuelta como cliente. Qué majos, ¿verdad? 

sábado, 28 de septiembre de 2013

Kristina y Alex

He oído que los viernes por la noche los ingleses salen como si no hubiera un mañana, como si el cansancio acumulado de la semana se evaporase de repente. Yo también pillo los viernes con ganas, pero con ganas de descansar, y ya mañana será otro día. Otra cosa buena de la velada del viernes es que comparto cena con Kristina y Alex, la simpática familia junto a la que he comenzado esta experiencia. Hoy os contaré un poco más sobre ellos.
 
Kristina no es la alemana típica que quizá tengáis en mente. Su casa está desordenada, tan llena de chismes por todos sitios que a veces cuesta encontrar las cosas, y ya de la cocina ni hablamos... El camino más corto para llegar de casa a la estación de tren me lo enseñó ella un día. No es el más bonito pero se ahorran un par de minutos, lo cual es muy valioso si vas con el tiempo justo como suele ocurrirle a ella. A veces pienso que no se marchó, sino que la echaron de Alemania. Bromas aparte, es una mujer positiva, atenta y muy humana, la clase de persona que te gustaría tener cerca cuando vas a un sitio nuevo a empezar de cero. Kristina es muy habladora, me cuenta sus problemas con total confianza las mañanas que vamos juntos al trabajo en su coche. Su vida no ha sido ni es fácil, pero tiene un carácter valiente y decidido que se sobrepone a cualquier dificultad y que inspira a los de su alrededor. Mi casera es una mujer fuerte, pero tiene la calidez suficiente para regalarme una sonrisa si un día abre la puerta y me encuentra deambulando y con cara de estar aún un poco homesick. Y en cuanto al desorden y la impuntualidad, hay una buena explicación para todo ello: se llama Alex.
 
A Alex le gusta desayunar conmigo por la mañana. Es un niño sociable y parlanchín, así que suele aprovechar ese ratito para enseñarme algún juguete o explicarme con todo lujo de detalles la composición de sus deliciosos cereales, como si de un anuncio se tratase. Entre semana no nos hemos visto mucho por ahora, ya que su mamá intenta - casi siempre infructuosamente - tenerlo metido en la cama a las 7 de la tarde. Alex tiene sólo 4 años, y tengo que echarle imaginación para que entienda que yo tengo 28, ya que por ahora sólo sabe contar hasta 20. Aunque, para ser justos, la mayoría de las veces soy yo el que aprende de este saltimbanqui rubio que apenas me llega por encima de la rodilla. Cuando llego y lo pillo aún levantado, me gusta sentarme en el sofá y escuchar cómo aúlla lenta y musicalmente cada vocal inglesa con maestría. Si nadie lo tiene entretenido, entonces es probable que se acerque y me diga que ha escondido algo en el salón y que quiere que lo encuentre, lo cual puede ser todo un desafío (ver párrafo anterior). Un día le tuve que pedir varias pistas: ¿está cerca de la mesa? Noooo. ¿Está cerca del radiador? Nooooo. ¿Está detrás de la planta? Aquello no era una planta, sino una maceta, pero yo aún no sabía decir "maceta" en inglés. Mi pequeño interlocutor me miró con una expresión de inocente perplejidad, antes de decir un poco confuso: "eeehmm, ¿quieres decir detrás de la maceta?" 

miércoles, 25 de septiembre de 2013

¡Mi primera visita!

¡Seguimos de estreno! Todavía estoy aterrizando por aquí, así que las novedades se suceden cada día. Y como hay vida más allá del trabajo, también he salido a explorar un poco los fines de semana, y a ver qué tal se divierten estos bristolianos. El primer finde, además, tuve la suerte de contar con la inesperada visita de un gran amigo. Hace días que tenía ganas de dedicarle una entrada, así que vamos allá...
 
Álex fue el primero de mis añorados murcianos que se animó a venir y pasar unos días con nosotros saboreando las peculiaridades de la cultura británica. El cielo se esmeró en proporcionarle una estampa típica de la ciudad, ya que llovió de jueves a lunes, y a veces torrencialmente. Su primer sobresalto lo tuvo al cruzar la frontera del Reino Unido en el aeropuerto, al ver a todos los ingleses que estaban en la cola pertrechados con su pasaporte, mientras que él sólo llevaba encima el DNI. (Unos días más tarde me han contado que los británicos, muy suyos ellos, ni siquiera tienen DNI). Pero finalmente pasó, y llegó a la estación de autobuses en la que Pedro y yo le esperábamos. Pedro es otro amigo de Murcia que lleva aquí ya varios meses, así que él fue el encargado de mostrarle a Álex (a los dos, de paso) una buena selección de rincones locales con encanto. Esa misma tarde nos tomamos nuestras primeras pintas de cerveza juntos, y al día siguiente compartimos un lunch sabroso, barato y nada saludable en el Fish & Chips que hay frente a mi trabajo.
 
El finde lo pasamos los tres en casa de Pedro, que vive con una madre y su hija de 6 preciosos añitos. Casualmente, la niña celebraba su cumpleaños el sábado, así que la madre le organizó una fiesta de lujo en el parque y, por si la lluvia aparecía sin haber sido invitada, decidió tomar la precaución de encargar al padre que montase una pequeña carpa por la mañana. La tarea era bastante compleja para una sola persona y él desistió rápidamente, dejando las piezas sueltas abandonadas sobre el césped y proporcionándonos sin saberlo nuestro plan de sábado por la mañana. Cuando salimos de la casa, la fiesta estaba al completo y nosotros estábamos contentos por haber puesto nuestro granito de arena. Por eso, me acerqué al padre con una amplia e inocente sonrisa y le pedí que nos echara una foto junto a la estupenda carpa que habíamos montado. Álex me insiste en que el hombre no puso muy buena cara al oír aquello, y lo cierto es que las imágenes le dan la razón (esta foto la echó Pedro a continuación).
 
Después de una cerveza disfrutando de la tarde soleada junto al río Avon y una hamburguesa viendo La Liga en uno de los espectaculares pubs que hay por aquí, llegó mi primer sábado por la noche por aquí. Para entonces ya éramos 4 los murcianos que, después de tomar unas copas en cada de Pedro, salimos a otear el panorama. Mientras caminábamos por una calle de casas lujosas, nos llamó la atención ver que en una de ellas habían montado una fiesta. Nos asomamos por curiosidad desde la acera y vimos el jardín del caserón, donde había gente de diferentes edades con disfraces originales que bailaban al son de la música atronadora que salía de alguna ventana. Alguien propuso que intentásemos entrar, y a mí me hizo gracia la idea pero no hice mucho caso. Sin embargo, al poco estábamos de vuelta con una cerveza en la mano, mientras Álex charlaba animadamente con los chicos que había en la puerta, y los demás también nos terminamos acercando. Nos dejaron pasar sin problema, y allí estábamos como si nada, bailando en un salón con perfectos desconocidos que a veces nos miraban con una expresión de divertida extrañeza. Incluso terminamos conociendo al anfitrión, que nos preguntó intrigado cómo habíamos oído hablar de la fiesta, a lo cual contestamos: "bueno, en realidad lo que hemos oído ha sido la fiesta en sí". Cuando el simpático evento llegó a su fin, aún fuimos a otro pub, que cerró a las 2 de la mañana, y para entonces lo único que quedaba abierto era alguna tienda de comida rápida y a casa. El domingo estábamos ya cansados, aunque aún tuvimos tiempo de cerrar el finde con una visita pasada por agua al puente colgante, uno de los símbolos de esta bella ciudad. 

sábado, 21 de septiembre de 2013

Primeros días de trabajo

Esta semana las cosas han ido mejor. El tiempo ha sido estupendo, ya que no ha hecho frío y hemos tenido más sol que lluvia estos días, y poco a poco las cosas se van normalizando, tanto en casa como en el trabajo. Hoy os voy a hablar un poco sobre el sitio al que he venido a trabajar (y a aprender) aquí: la University of Bristol.
 
 
Se trata de una de las dos universidades de Bristol, ya que aquí también está la University of the West of England. Eso, y el carácter alternativo de esta ciudad, explican la gran afluencia de jóvenes procedentes de todas las partes del mundo. En mi departamento, sin embargo, la mayoría de miembros son nativos procedentes de diferentes partes de Gran Bretaña. A mí eso me parece una gran suerte pensando en la posibilidad de mejorar mi inglés y de conocer a los locales, que suelen ser algo esquivos con los extranjeros, aunque a día de hoy supone un gran desafío a la hora de integrarse en las conversaciones. Así que en mi primera semana me dediqué básicamente a sonreír mucho y hablar poquito, sobre todo el primer día, en el cual Julian hizo de maestro de ceremonias en las presentaciones. Incluso tenía un protocolo para eso, como podéis ver más abajo...
 
 
Resulta que Julian, el hombre por el que vine aquí en definitiva, nunca había tenido que presentar formalmente a un nuevo miembro, así que en nuestra primera reunión como miembros del mismo equipo se mostró inesperadamente nervioso por algo que también era nuevo para él. Eso fue divertido, y yo traté de ayudarle (no hay que ser rencoroso, ¿verdad?) indicándole sonriente qué pasos estaban ya resueltos mientras él tamborileaba incesantemente sobre la mesa. En esencia, me presentó a más de 20 personas en apenas un par de horas, desde personal administrativo hasta su propia jefa, frente a la que bromeó diciendo que "aquí es donde tienes que venir a quejarte si tienes problemas conmigo". También me presentó a varios colegas que están al tanto del proyecto en el que andamos metidos, con una tarjeta de presentación parecida a "este es el chico que ha venido a incorporarse al proyecto que va a convertir mi vida en un infierno hasta mayo". Yo no sería tan drástico aún, aunque lo cierto es que los primeros días he tenido que echar horas extra casi sistemáticamente, y no creo que pueda bajar el ritmo por ahora. 
 
Julian está fuera esta semana, pero me ha emparejado con Katt (Katherine), que es inteligente, amable y muy eficiente en su trabajo, así que esta semana nos hemos reunido casi a diario y hemos ido avanzando bastante entre los dos. Para mí es muy agradable reunirme con ella, ya que siempre resolvemos problemas (en especial ella a mí) y además acabamos hablando de temas ajenos al trabajo. Estos días, Katt me ha preguntado muchas cosas acerca de España ya que, después de un mes de agosto sin poder cogerse vacaciones, su novio y ella tienen planeado visitar Málaga y Granada a finales de octubre y quieren aprovechar muy bien los días libres que han pedido en sus respectivos trabajos.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Por algo se empieza

Ahora mismo hace justo una semana que llegué. Estos primeros días han sido agotadores y creo que me llevará aún bastante tiempo acostumbrarme a todo esto. Pero al menos tengo dos cosas muy importantes, que son una casa con gente agradable alrededor y un trabajo al que ir cada mañana con la ilusión de que algún día seré capaz de devolverle a esta gente la confianza que han depositado en mí al darme esta oportunidad. Hoy os voy a hablar sobre la primera de ellas. 
 
He comenzado mi andadura aquí alquilando una habitación en una casa típicamente inglesa a las afueras de la ciudad, con su suelo de moqueta salvo la tarima en la cocina y el baño (!), su pequeño jardín y los dormitorios en el piso superior. Como podéis ver desde mi ventana, esto es un barrio residencial en el que viven principalmente familias locales.

La dueña, Kristina, es de Hamburgo, aunque vino a Gales hace 20 años a estudiar la carrera y se acabó decantando por las virtudes de la vida británica (y aceptando los aspectos menos virtuosos, claro). Trabaja en otro departamento de la universidad, pero contestó inmediatamente al mensaje que Julian envió para ayudarme a encontrar alojamiento temporal, e incluso tuvo la amabilidad de venir a recogerme cuando mis tres maletas y yo llegamos el domingo pasado. También viven en la casa Alex y John, ambos ingleses. El primero es el que más paciencia muestra ante mi inglés aún titubeante, aunque con el segundo he mantenido algunas conversaciones interesantes después de la cena. Pero John acaba de encontrar un nuevo trabajo, y eso supone que se marchará en unos días.
 
El barrio en el que está situada la casa se llama Sea Mills, que significa Molinos del Mar, ya que la costa queda a poco más de 10 millas de aquí. Lo mejor de vivir aquí es el paisaje, ya que el vecindario está completamente rodeado de espacios verdes e incluso pequeños bosques con senderos por los que perderse. Además, cerca de aquí el río Avon describe un meandro en plena campiña inglesa, como se puede apreciar en la foto. El color chocolate del río no le hace justicia, ya os enseñaré otro día fotos donde salga más "favorecido". Otro aspecto positivo de vivir aquí es la conexión con mi centro de trabajo, que está frente a una estación de tren. Por aquí pasa ese mismo tren por otra estación que queda a 10-15 minutos de mi casa, así que cada día tengo una excusa perfecta para dar un relajante paseo disfrutando de los encantos del paisaje (sobre todo cuando no llueve, claro). Pero hay otro aspecto menos cool y es que, según he comprobado este finde, el último tren hacia aquí sale del centro a las 22:30h, lo que me convierte en una cenicienta bristoliana (o algo peor, ya a que a la Cenicienta genuina la dejaban llegar antes de medianoche). Ante esta grave limitación, supongo que acabaré buscando otro sitio para vivir tarde o temprano. Pero por ahora me preocupan más otras cosas y prefiero apurar la experiencia de vivir aquí. Por algo se empieza...

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Oferta, entrevista y traslado

Como tantos otros, yo soy un joven español con estudios superiores que no encontraba oportunidades en mi país. Y como además de eso soy un viajero nato y ya tengo experiencias (todas buenas) viviendo fuera, la elección de salir a buscar un buen trabajo en el extranjero fue fácil en mi caso. La historia de cómo llegué aquí se resume en las siguientes fechas de este 2013:
 
- 27 de junio: era un día de resaca. No porque estuviera recuperándome de una noche intensa, sino porque la tarde anterior se había resuelto una convocatoria de becas posdoctorales en Bélgica. Se trataba de un trabajo que podía realizarse a tiempo parcial durante un curso completo, probablemente sin necesidad de traslado más allá de unos meses. Había estado esperando 5 meses la resolución, y no había mirado ninguna oferta durante ese período porque tenía claro que quería aquel trabajo. Pero la respuesta fue negativa. Fulgencio, amigo y director de tesis, presenció en directo mi gran decepción cuando conocí la noticia. Pero he aquí que el 27 de junio amaneció y también salió el sol, y me decidí a probar suerte en Reino Unido, utilizando un buscador especializado (www.jobs.ac.uk). Y entonces, por primera vez, sonó el nombre de Bristol como un posible destino cuando descubrí una oferta de un gran grupo de trabajo donde buscaban a alguien con un perfil similar al mío. En los días siguientes, envié toda la información necesaria, aunque no era demasiado optimista y decidí seguir mirando ofertas, la mayoría en el Reino Unido. Hasta que, unos días más tarde me escribieron para invitarme a una entrevista...

- 22 de julio: sin duda, el cumpleaños más raro que he tenido hasta ahora (y eso que el listón ya estaba alto). Ese día, ni más ni menos, estaba citado a las 9:40. Llegué antes, y los tres profesores estaban ocupados con otro candidato, aunque Julian, el profesor de mayor rango, salió a entregarme unos resultados sobre los que luego me harían varias preguntas. Reconocí la cabeza rapada de Julian mientras se acercaba, porque ya había coincidido antes en dos congresos con él, aunque nunca me atreví a dirigirle la palabra por su aspecto frío y reservado. Puedo añadir también que fue mi primera entrevista de trabajo, y así quizá ya os vayáis haciendo una idea acerca del estado en que me encontraba cuando la puerta se abrió y yo me arrastré lastimosamente hasta alcanzar la silla más cercana. La entrevista duró 40 minutos, y al principio las otras dos profesoras, que estaban sentadas al
 otro lado de la mesa rectangular, me fueron preguntando acerca de mi experiencia previa y la interpretación de los resultados que me habían entregado. Julian, mientras tanto, estaba sentado justo a mi derecha, mirándome fijamente con sus ojos azules y sin mover un músculo para asentir o reprobar ninguna de mis respuestas. Finalmente llegó su turno, y fue el encargado de plantearme las preguntas más complicadas y observar mis nerviosas contestaciones con su rictus imperturbable. Al salir, tras dar una palmadita amistosa al siguiente candidato, me senté mientras hacía un balance y concluí que el hecho de haber recibido tantas preguntas no era un buen síntoma, y que probablemente estaban buscando un motivo para descartarme. Así que pasé el resto de mi cumpleaños haciendo turismo y me di un capricho visitando el glorioso SS Great Britain, mientras me despedía mentalmente de la ciudad y rogaba con cierta pereza que me llamasen para otra entrevista pronto. Afortunadamente, al día siguiente Julian me escribió para mostrarme que estaba totalmente equivocado...
 
- 8 de septiembre: si antes hablaba de un cumpleaños extraño, sin duda este verano también ha sido singular. Dejar mi Murcia natal sin saber bien cuándo volveré me ha hecho disfrutar más de la gente este mes de agosto, conocer rincones de mi ciudad que tenía aún pendientes, bañarme más en la playa... Ha sido una época especial antes de este salto a lo desconocido que tuvo lugar este domingo en uno de los tantos vuelos de Ryanair que llevo ya acumulados. Por cierto, mirad lo que encontré en la revista de a bordo, nada menos que una guía sobre cómo gastarse 100€ saliendo de marcha por Murcia. ¡Si hasta cerraron el Musik y todo!


Bueno, en la próxima entrada ya os hablaré de mi vida por aquí, que ha sido bastante entretenida hasta ahora y parece que lo va a seguir siendo hasta el final de la semana, ya que viene a visitarnos un ilustre viajero: Álex Fagín. Hasta pronto!

martes, 10 de septiembre de 2013

Nice to meet you

¡Hola a todos!

Después de la bonita experiencia de escribir un blog cuando estuve fuera hace unos años, me he animado a repetir. Esta vez me he venido a vivir a Bristol por algún tiempo, y desde que comencé a planificar el viaje hasta hoy, dos días después de mi llegada, han ido sucediendo algunas cosas curiosas que no he tenido tiempo de contarle a todo el mundo. Y como a mí me gusta escribir y contar batallitas a partes iguales, pues aquí estoy, hipotecando un poco de mi sueño antes de que Alex, mi principal profesor de inglés aquí, me despierte mañana en torno a las 7...

Bueno, pues bienvenidos a mi ventanita murciana desde tierras inglesas. Mi idea es ir salpicando esto de anécdotas y curiosidades sobre la marcha, aunque las sugerencias son bienvenidas. Este blog lo escribo mayormente como entretenimiento personal, aunque quizá tenga la suerte de entretener a más gente durante una temporada si os vais animando a entrar y yo a escribir un par de entradas por semana, tal y como me he propuesto para empezar. Por si alguien desconocido se encuentra leyendo esto, escribiré una primera entrada introductoria para aclarar qué hago yo aquí. Y claro, también os hablaré de Alex y los demás personajes de mi recién iniciada vida inglesa. Vamos por partes.