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domingo, 15 de septiembre de 2013

Por algo se empieza

Ahora mismo hace justo una semana que llegué. Estos primeros días han sido agotadores y creo que me llevará aún bastante tiempo acostumbrarme a todo esto. Pero al menos tengo dos cosas muy importantes, que son una casa con gente agradable alrededor y un trabajo al que ir cada mañana con la ilusión de que algún día seré capaz de devolverle a esta gente la confianza que han depositado en mí al darme esta oportunidad. Hoy os voy a hablar sobre la primera de ellas. 
 
He comenzado mi andadura aquí alquilando una habitación en una casa típicamente inglesa a las afueras de la ciudad, con su suelo de moqueta salvo la tarima en la cocina y el baño (!), su pequeño jardín y los dormitorios en el piso superior. Como podéis ver desde mi ventana, esto es un barrio residencial en el que viven principalmente familias locales.

La dueña, Kristina, es de Hamburgo, aunque vino a Gales hace 20 años a estudiar la carrera y se acabó decantando por las virtudes de la vida británica (y aceptando los aspectos menos virtuosos, claro). Trabaja en otro departamento de la universidad, pero contestó inmediatamente al mensaje que Julian envió para ayudarme a encontrar alojamiento temporal, e incluso tuvo la amabilidad de venir a recogerme cuando mis tres maletas y yo llegamos el domingo pasado. También viven en la casa Alex y John, ambos ingleses. El primero es el que más paciencia muestra ante mi inglés aún titubeante, aunque con el segundo he mantenido algunas conversaciones interesantes después de la cena. Pero John acaba de encontrar un nuevo trabajo, y eso supone que se marchará en unos días.
 
El barrio en el que está situada la casa se llama Sea Mills, que significa Molinos del Mar, ya que la costa queda a poco más de 10 millas de aquí. Lo mejor de vivir aquí es el paisaje, ya que el vecindario está completamente rodeado de espacios verdes e incluso pequeños bosques con senderos por los que perderse. Además, cerca de aquí el río Avon describe un meandro en plena campiña inglesa, como se puede apreciar en la foto. El color chocolate del río no le hace justicia, ya os enseñaré otro día fotos donde salga más "favorecido". Otro aspecto positivo de vivir aquí es la conexión con mi centro de trabajo, que está frente a una estación de tren. Por aquí pasa ese mismo tren por otra estación que queda a 10-15 minutos de mi casa, así que cada día tengo una excusa perfecta para dar un relajante paseo disfrutando de los encantos del paisaje (sobre todo cuando no llueve, claro). Pero hay otro aspecto menos cool y es que, según he comprobado este finde, el último tren hacia aquí sale del centro a las 22:30h, lo que me convierte en una cenicienta bristoliana (o algo peor, ya a que a la Cenicienta genuina la dejaban llegar antes de medianoche). Ante esta grave limitación, supongo que acabaré buscando otro sitio para vivir tarde o temprano. Pero por ahora me preocupan más otras cosas y prefiero apurar la experiencia de vivir aquí. Por algo se empieza...

7 comentarios:

  1. ¡Qué putada lo del tren! ¿Entonces no podrás quedarte hasta las tantas de la noche trabajando en la uni? De todas formas, a esas horas ya debe estar todo muerto, ¿no? Al menos en Londres cuando yo estuve todo cerraba a las 11...
    Un abrazo loco!

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  2. Nada, sólo puedo trabajar hasta las 22:25h. ¡Será posible! :D Otro abrazo!

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  3. Mira a ver si hay búhobus (night link). Yo en Dublín estaba en una casa muy similar, a las afueras, y muchas noches me desplazaba al city center en el búho ;)

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. ¡¡¡Sí que hay!!! Lo averigüé este sábado en un pub. ¡Hay vida después de las 2230!

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  6. Muchacho, en breve te agencias un coche de segunda mano!

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  7. Creo que me apaño bien por ahora con el transporte público. Si por no tener no tengo ni bici! :D

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