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martes, 8 de octubre de 2013

El nudo Windsor al estilo escocés

Hoy os voy a contar la que quizá haya sido la noche más curiosa desde que estoy aquí. Hace algunos días, a mediados de semana, Kristina me habló de una amiga suya que cumplía 40 años y quería celebrarlo el sábado con una fiesta de disfraces, a la cual estaba invitado. Yo acepté, intuyendo que la mayoría de los asistentes serían británicos mucho mayores que yo y que irían más arreglados de lo que yo acostumbro. Para equilibrar un poco las cosas, el sábado por la mañana salí a explorar un pueblo cercano, y de paso compré traje y corbata de segunda mano por 20€ en una Charity Shop, que son un invento maravilloso de esta zona...

Bueno, pues algo antes de las 8 llegamos al bar, yo con mi traje y Kristina con un disfraz difícil de definir, y comenzamos a saludar a la gente. En realidad había dos cumpleaños a la vez, y era fácil reconocer a las cumpleañeras porque se habían vestido como si no quisieran que nadie las mirase a la cara esa noche. Las dos rondaban los 40, y el resto de la gente eran en general de esa edad o incluso mayores. La fiesta era en el piso superior, mientras que la planta baja del bar había un concierto con 3 grupos realmente ruidosos de chavales veinteañeros.

Kristina me presentó a las anfitrionas nada más llegar, y aprovechó para invitarnos a los tres a la primera pinta de cerveza (aquí la costumbre es que los invitados paguen las copas del cumpleañero/a). Cerca de mí había un grupo de hombres trajeados que me aceptaron en la conversación, y acabé hablando de fútbol con un aficionado del Tottenham que estaba bastante contento con el negocio de Bale, y que se marchó de repente. No me habían presentado a mucha gente más, de modo que decidí apurar mi cerveza e invitar a la siguiente ronda a Kristina. La barra estaba en la planta baja, así que estuve amenizado mientras tocaban los Death Pedals (Pedales de la Muerte) y observaba divertido las caras de desagrado de alguna elegante invitada a la que el camarero no había servido aún.

La noche fue avanzando, y yo seguía cerveza en ristre conversando con alguno de los asistentes. Estuve charlando un rato con una mujer mayor (aquí mayor quiere decir que tenía un hijo mayor que yo). Era agradable y la entendía bien, pero al rato paró la música abajo - para alivio de la mayoría de los asistentes - y decidí asomarme y comprobar si había terminado ya el concierto. Mientras observaba cómo los miembros del último grupo desmontaban, dos tipos que estaban junto a mí empezaron a hablarme. Resultaron ser dos escoceses majísimos, y estuve más de una hora con ellos. En ese tiempo, alguien me trajo otra pinta de cerveza y no me quedó otro remedio que seguir bebiendo, aunque ya muy despacio. Los escoceses bebían mucho más rápido y quisieron invitarme primero a cerveza y luego a whisky, aunque yo rechacé educadamente ambas invitaciones. Sin embargo, en un momento dado el camarero trajo tres vasos de whisky, y cuando saqué la cartera en medio de mi aturdimiento, uno de los dos me dijo con una sonrisa de oreja a oreja: "amigo, cuando estás bebiendo con escoceses, el dinero es cosa nuestra". Resultaron ser dos padres de familia que llevaban mucho tiempo sin salir y estaban realmente ilusionados por que brindáramos por nuestro encuentro, Decidí ser cortés y, aunque ya estaba servido, les di una alegría apurando mi vaso de buen whisky escocés. El brindis fue solemne, de esos en los que la gente se mira a los ojos y todos beben a la vez. Luego uno de ellos reparó en que el nudo de mi corbata no era muy ortodoxo, así que le cedí la corbata agradecido y me hizo un perfecto nudo Windsor en un periquete. Lamentablemente, iba ya bastante bebido - sin pretender aparentar que yo iba como una rosa después del whiskazo a palo seco. El caso es que no midió muy bien la operación, y un rato después me di cuenta de que la corbata me llegaba hasta casi la rodilla. Ante la insistencia de una de las anfitrionas, conduje a mis nuevos amigos al piso superior, e incluso pude presentarles a varias personas. Eso sí, menos mal que no intentaron arreglarle a nadie más el nudo de la corbata...

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