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miércoles, 8 de enero de 2014

¿Has sido bueno, Alex?

Nadie vive la Navidad con tanta ilusión como los niños. Ellos sí que disfrutan intensamente cada detalle: las vacaciones, la familia, los dulces, y claro, los regalos. Y en esto último estaba pensando Alex de forma muy especial cuando madrugó el día 25 de diciembre y bajó frenéticamente las escaleras de su casa en Sea Mills, en la que hemos convivido estos meses. Pero su desilusión fue mayúscula al no encontrar nada debajo del arbolito de Navidad, y pronto dio paso a una zozobra incontenible que le azotó escaleras arriba hasta que, con los ojos arrasados de lágrimas, preguntó: "mamá, ¿es que este año no he sido suficientemente bueno?"
 
¿Qué episodios de 2013 le pasaron por la cabeza a este angelito durante el interminable trayecto de 14 escalones hasta el dormitorio de su mamá? ¿Quizá aquel día en el que iba en coche con mamá y aprovechó que las ventanillas estaban bajadas para gritar "hello, silly Billy!" a un conductor al que no conocía de nada? ¿O aquel otro en el que estábamos todos sentados en un concierto y comenzó a pasearse entre los bancos tapándose los oídos para dejar claro su veredicto de la actuación? ¿Tal vez aquella ocasión (¿o hubo más de una?) en la que metió a hurtadillas una tarántula de plástico en la cama de mamá a sabiendas de que ésta tiene miedo a las arañas? ¿O a lo mejor el día en que Cristina y Pedro llegaron a casa y nos recibió llamándonos caramonos a los tres? ¿O qué tal ese funeral en Alemania, cuando decidió aplaudir y vitorear una canción del coro ante la mirada severa de los demás asistentes?
 
En realidad, Alex había dado paso al llanto tan deprisa que no tuvo tiempo de reparar en que, un poco a la derecha del árbol, varios paquetes le aguardaban junto a la chimenea (Papá Noel, con las prisas, los dejó allí mismo y marchó a seguir con el reparto). Así que, apenas unos minutos más tarde, Alex volvía a ser el niño más feliz del mundo mientras desenvolvía con impaciencia hasta cinco regalos. El que más le gustó fue un pequeño kimono para iniciarse con su padre en el kárate. El abuelo materno, que pasó aquí la Navidad, aplaudió la idea: "ojalá le sirva para canalizar toda esa energía". Así de bien trata la vida a Alex. ¡Si hasta le salió el rey nada más probar un trozo de su primer roscón! A falta de buen comportamiento, él pone su granito de arena con un optimismo y una confianza inquebrantables que su madre ha sabido transmitirle. Kristina ya le ha contado que pronto me mudaré a otra casa en la ciudad y, aunque no entiende muy bien los motivos (intuye que los gatos y yo son como su madre y las arañas) su reacción ante la noticia fue así de simple: "bueno, así podrá venir a hacerme de canguro cuando tú no estés".




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