Este año he aprendido muchas cosas nuevas, y entre
ellas algunas de las tradiciones navideñas que hay por aquí. También he
recordado algunas de años anteriores, que por algo es ya la tercera vez que me
pilla por aquí en estas fechas. En esta entrada os voy a hacer un pequeño
resumen...
Para empezar, este viernes y el que viene se
celebra aquí el Christmas Jumper Day. La iniciativa consiste en animar a la
gente a salir a la calle con uno de esos jerseys calentitos y con motivos
navideños que quizá hayáis visto en películas como Solo en Casa. El
trasfondo es solidario, ya que se trata de apoyar a varias ONGs que recaudan
dinero para ayudar a pacientes de cáncer, niños en situación de riesgo y otros
colectivos vulnerables. Yo no me siento tan británico por ahora como para
comprar un jersey con el que no me atrevería a caminar sin escolta por mi
barrio en Murcia, pero ellos se lo han tomado en serio. Al parecer,
incluso había una convocatoria a las 13 horas en el centro del campus
universitario para tratar de batir un récord Guinness. En fin, que hay gente
para todo...
Pasando a otras tradiciones que me han calado más,
en mi habitación tengo un pequeño arbolito navideño y una rama de muérdago. Lo
primero no tiene mucho de novedoso, aunque el segundo asunto es algo más
original, al menos para mí. Según la tradición celta, el muérdago es una planta
a la que se atribuyen propiedades como la fertilidad, la paz y el amor, y por
ello en muchos hogares hoy en día se cuelga una rama de esta planta sobre el
umbral de la entrada para atraer buena suerte a sus habitantes. También hay
otra versión de esta tradición según la cual los amantes que pasan bajo una
rama de muérdago se besan para bendecir su amor. Podéis quedaros con la que más
os guste, o con ambas...
Otra tradición navideña, aquí y en todas
partes, son las reuniones en torno a la mesa. Este año me han invitado a
muchas aquí, tantas que en algunos casos he tenido que disculparme por no poder
asistir, lo cual es una buena señal de cómo van las cosas dentro y fuera de la
universidad. Christina se está encargando de que volvamos a tener una abundante
y tradicional cena navideña en el piso, y mis compañeras de despacho han
organizado un aperitivo para todo el departamento la próxima semana. Me han
pedido que traiga algo español, “aunque sean unas olivas”. Otras comidas menos
navideñas pero también en buena compañía esta semana han sido el cumpleaños de
Rich, mi compañero de piso, y la despedida de Jacky, que se vuelve a Hong Kong
después de visitar nuestro departamento por tres meses. Jacky no es su
verdadero nombre, pero como muchos asiáticos decidió adoptar un nombre
occidental que fuera fácil de recordar para los demás. El siguiente banquete
multitudinario para él será la celebración del Festival de Primavera, que por
lo visto es lo que se festeja por estas fechas en China.
Y claro, la Navidad también es una época de
consumo. Este domingo paseaba por un centro comercial y había cola para entrar
a la tienda de la popular joyería danesa Pandora. Más adelante leía en un
cartel “all I want for Christmas is you”, y me pareció tierno hasta que
me di cuenta de que se trataba del anuncio de un smartphone… Y
claro, yo también estaba allí para comprar, nada menos que mi primer regalo de
Navidad como tito. Encontré un CD de canciones infantiles en inglés que, por un
lado, hará las delicias de mi sobrinita mientras el inglés va calando
sigilosamente en su cerebro aún receptivo al 100% para absorber fonemas en
cualquier idioma; y por otro, será una dulce venganza hacia mi cuñado, que como
buen barcelonista se ha pasado todo el año chinchándome con el fútbol (la
verdad es que no le han faltado motivos), y ahora tendrá que escuchar a todas
horas grandes éxitos de la tierna infancia como “Never smile at a crocodile”
o “Bah bah black sheep”, capaces de esfumar la paciencia y el buen humor
de cualquier adulto, incluso de un buenazo como él. Es algo así como una
versión moderna del Caballo de Troya, o eso pensé yo mientras le decía al
vendedor con una amplia sonrisa: “¿sabe qué? Creo que me llevaré dos”.
Para terminar por hoy, para mí la Navidad también
tiene un importante componente musical. Este año mis Reyes Magos se han
adelantado, ya que me he comprado una guitarra eléctrica de segunda mano a la
que le dedico algunos ratos furtivos. Otra novedad musical es que un día decidí
presentar a Mark y Alexandro mientras tocaban el violín y el piano,
respectivamente, y la idea funcionó tan bien que hemos formado un trío
instrumental sin más pretensiones que tocar en algún pub el año que viene, probablemente
en una de esas noches de micro abierto durante la semana donde los pocos
asistentes están ya lo bastante borrachos para apreciar nuestro talento… Otro
que se ha iniciado en la música es Alex, al que Kristina decidió regalarle una
pequeña guitarra al cumplir seis añitos. La semana pasada cené con ellos y Alex
me aseguraba que está aprendiendo a tocar “Smoke on the lake”, mientras
su madre y yo intentábamos contener la risa. Kristina me contó que su padre
vendrá a visitarlos estas Navidades, y que Alex ya le ha dicho que en
Nochevieja quiere batir su propio récord de acostarse tarde. ¿Lo conseguirá?
Hagan sus apuestas…
¡Feliz Navidad y próspero 2016 a todos!
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